Yamila Antonella Pérez Cordero nace en agosto del 94, criada en Playa Ancha gran parte de su vida, hace unos cinco años se va a vivir con su madre, abuela y dos hermanos a Curauma. De todas maneras cuando le pregunto cuál es el Valparaíso que más le gusta no duda en afirmar que es el de la República Independiente.

Sus inicios en el fútbol podrían remontarse a un simple juego de pelota en el patio con un primo cuando era pequeña, todo se volvería más serio cuando un tío le avisa que en la cancha del «Alejo Barrios» había prueba de jugadoras para el Decano, ella partiría a probar suerte siempre con su madre como apoyo. Capacidades innatas demostrarían que el fútbol era lo suyo, desde aquella oportunidad jugaría en Wanderers excepto el año 2013 donde defendería los colores de San Luis de Quillota.

10708398_10152644262551878_444064549_nLa caturra también es estudiante de segundo año de Kinesiología en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde también participa en la rama de fútbol. Respecto a su relación balompié y estudios afirma que «nunca tuve problemas en el colegio con el fútbol, desde que entré a Wanderers hasta cuarto medio no pesqué tanto los estudios pero ello me permitió entrar a la universidad». A pesar de lo complicado que es coordinar sus tiempos para ambas actividades ha aprendido a organizarse «primero era muy difícil adaptarme, pero ahora lo tengo un poco más manejado (…) a veces entreno, quedo muerta y debo estudiar igual» asevera.

La joven volante viene de una familia futbolera, partiendo por su madre de la que ha sentido apoyo siempre, a veces van al estadio juntas y en casa nadie se pierde un partido de Wanderers. Sin ir más lejos, su abuelo Mauricio Cordero y su padre Eduardo Pérez fueron parte de los planteles profesionales del Decano, la estirpe wanderina viene impregnada de sangre.

«Me defino como una jugadora esforzada, no me gusta dar ninguna pelota por perdida y si la pierdo trato de recuperar el balón lo antes posible (…) soy exigente, me gusta ser ordenada y también el juego de buen pie (…) mis debilidades pueden ser que la ansiedad me come, a veces me apuro por definir o hacer un gol y me sale mal», la jugadora nos confiesa que posee dos posiciones que le acomodan en cancha, una es delantera y la otra es volante creativa, con el paso del tiempo y la madurez se ha quedado con esta última.

Jaime Zapata, técnico de la Sub 17 y plantel adulto del fútbol femenino caturro ha sido fundamental en su desarrollo como jugadora y también personal, «el profe tiene la palabra justa en cualquier ámbito, personal o futbolístico. Si tienes problemas te aconseja (…) él ha vivido todo mi proceso, evolución, lesiones, todo lo que me ha pasado y te enseña no bajar los brazos, siempre a aspirar a más».

Altos y bajos en cancha

Para Yamila no todo ha sido fácil en el fútbol, a pesar de reconocer que sus mayores logros han sido por Wanderers, también ha sufrido de duros momentos en su carrera como cuando sufrió la lesión de ligamento cruzado y meniscos que la dejó ocho meses sin jugar. «Al principio tuve una distención de ligamento cruzado, estuve con kinesiólogo 5 meses y seguí jugando, pero un tiempo después a finales del 2011 me corté el ligamento y los meses posteriores a la operación fueron horribles, me marcaron porque venía en un buen nivel y me fui a piso»

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De dulce y agraz sería aquel año, dado que durante el 2011 sería la Capitán de una Selección de Valparaíso representando a Chile que saldría Campeón en los Juegos Binacionales con Jaime Zapata como entrenador. El mismo año sería nominada a la Selección Chilena pero por su lamentable lesión la dejaría fuera, esa sería su segunda experiencia con la camiseta de todos, «a pesar de ser una experiencia corta fue buena, aprendí a no bajar los brazos por conseguir un sueño».

El 2011 también sucedería uno de sus partidos más recordados ante Cobreloa en Mantagua, en un encuentro peleado con uno de los cuadros más complicados de ese momento, Yamila encajaría un gol en los descuentos que generaría el triunfo y por consiguiente quedar terceras en la tabla de aquel torneo.

Su paso por San Luis de Quillota fue luego de su lesión de rodilla, ella consideraba que no estaba jugando en su nivel, necesitaba más confianza y mejorar futbolísticamente para volver con el juego que siempre la caracterizó. El préstamo duró el segundo semestre del 2013 y compartió con varias de sus compañeras en la rama de fútbol de la universidad. Volvería este año al Decano para hacer lo que mejor sabe, y también para pelear por llevar a Wanderers a lo más alto.

Sus compañeras más cercanas son Nicole Madariaga, Verónica López, Daniela Herrera, Kendra Leguas y Pilar Cuneo, sus amigos y familia son esenciales para su desarrollo profesional reconoce Yamila. También incentiva a la hinchada verde que confíen en ellas sin esperar resultados, un apoyo incondicional como con el cuadro profesional masculino. «La confianza de la hinchada sube el ánimo y la moral (…) el trabajo es paso a paso pero el apoyo es fundamental»

«Estar en el plantel adulto de Wanderers te da las herramientas para ser madura y experimentada mentalmente y eso trasciende más allá del fútbol (…) yo a los 15 años formando parte del plantel adulto y enfrentarme a jugadoras más grandes que yo me hizo ganar madurez y confianza», reconoce la jugadora, que tiene como meta volver a la selección y ganar algo con la verde.

Yamila también anhela viajar, conocer el mundo y todos sus continentes, a pesar del poco tiempo que posee le gusta el trabajo artístico, las manualidades, dibujar, pintar, entre otras cosas. Admira el juego de Ronaldinho y le gustaría compartir cancha con Marta Vieira Da Silva, aunque según ella «el ‘Dinho’ es el mejor».

«Santiago Wanderers es mi segunda familia, están en las buenas y en las malas, te apoyan en todo, Wanderers es personalidad y ganas, un buen club, con mucha unión, humanidad y fraternidad (…) me siento representada con Wanderers»

Fotos cortesía de Yamila Pérez y Pilar Cuneo.