Mucho nos hemos centrado en Ivo Basay como enemigo número uno, y con justa razón. Su campaña ha sido nefasta, antes de llegar a la mitad de cada torneo que ha disputado Santiago Wanderers bajo su dirección técnica, los objetivos fijados a comienzo de campeonato ya se volvían imposibles de cumplir, dejando a un equipo peleando por nada el resto de los partidos.

Pero no sólo ha sido un fracaso en números, los caturros hacen un partido medianamente aceptable cada dos meses y por inspiración de sus jugadores. Desde enero del 2013 a la fecha ha sido imposible ver una idea de juego, una formación que se mantenga en el tiempo, un ideal, un discurso, nada.

Por si fuera poco se perdieron cuatro de cinco Clásicos Porteños, este quizás el ítem que más nos duele, porque se cae frente al clásico rival casi sin contrapeso, situación que se agrava cuando vemos que los ruletas tienen un equipo totalmente inferior al nuestro, pero el cuerpo técnico es capaz de hacer que sus jugadores tengan un rendimiento digno de Primera B.

Los motivos para detestar a Ivo Basay sobran y su calidad de enemigo número uno para los wanderinos está totalmente justificada, sin embargo ¿Por qué sigue en su cargo pese a todo esto? Porque quienes deben tomar la decisión de sacar al técnico son igual de nefastos que el mismo.

Terminado el 2013 para todo wanderino lo más lógico era que Basay dejara Santiago Wanderers, finalizado cada torneo se evalúa a los técnicos y en el caso de Ivo contaba con todos sus objetivos reprobados. Con un total descaro la dirigencia comunica la continuidad del cuerpo técnico, al cual se le sumaba Alejandro Hisis y se fijaba como objetivo «pelear arriba» e incluso un directivo mencionó el ser campeón, un insulto a la inteligencia de los hinchas.

¿Por qué mantener a Ivo Basay? Porque en caso de despedirlo a finales del 2013 había que pagarle cerca de 70 millones de pesos. Como todos previmos el técnico volvió a fracasar pero ¿Por qué se mantiene a Ivo Basay luego de perder un nuevo Clásico Porteño? Porque habría que pagarle cerca de 40 millones de pesos.

La triste realidad es que da lo mismo lo que un técnico haga en Santiago Wanderers, puedes fracasar en todo, motivar la furia de los hinchas, menospreciar al club y la ciudad públicamente, pelearse con sus jugadores, con los funcionarios del club, pero si sacarlo significa desembolsar más dinero del presupuestado el seguirá firme en su cargo.

Con esta dirigencia el sentir del wanderino no vale nada, primero está el dinero, antes que la búsqueda del éxito deportivo están los balances de fin de año, en los cuales el ítem más importante no es los logros del equipo o la posición en la cual terminó el campeonato sino cuantas utilidades y pérdidas hubieron en el período, si son números azules se considera un año exitoso independiente del rendimiento del equipo.

Hoy es Ivo Basay, mañana puede ser otro técnico, mientras contemos con estos dirigentes es imposible pensar que se tomarán acciones pensando en lo que quiere el hincha por insostenible que se vea la situación, si la acción implica hacer un sacrificio económico, esta no se llevará a cabo.

Ya lo dijo Roberto López, nuevo gerente de Santiago Wanderers: «Para mi Wanderers es como la Coca Cola»

La pelea inmediata es contra Ivo Basay, pero el enemigo a vencer es la Sociedad Anónima, ellos tienen la última palabra.