Hablar del funcionamiento futbolístico del Decano no vale la pena, podemos ver que los mismos errores se repiten partido a partido y pese al cambio de técnico aun no se logra ver una idea de juego, un estilo o al menos una actitud.

Santiago Wanderers este año ha sido un equipo pasivo, sin convicciones y sin confianza, el cual fuera de arranques individuales que le han permitido sumar, ha sido incapaz de sostener un rendimiento en el campeonato. Una situación penosa que hoy tiene a los hinchas nuevamente mirando los últimos lugar de la tabla.

¿Por qué se llega a este punto? ¿Por qué la historia se repite año tras año? Porque quienes dirigen el club no tienen un proyecto deportivo e institucional para Santiago Wanderers, se apuesta por la improvisación y las metas cortoplacistas, cayendo en la ingenuidad de creer que se conseguirán triunfos casi por arte de magia.

Este torneo en especial nos ha entregado muy buenos ejemplos del amateurismo con que se maneja a Santiago Wanderers.

Para comenzar se tomó la decisión de mantener a Ivo Basay al mando del primer equipo por 6 meses más, sabiendo que nadie estaba conforme con el en el club, y que los resultados ya habían dejado en evidencia lo deficiente de su trabajo, tanto técnico como físico. Los dirigentes apostaron por mantener al técnico solo para no tener que desembolsar una nueva indemnización, el rendimiento deportivo no fue tema para decidir la continuidad de Basay. Como era de esperar el DT no terminó el torneo y se fue cuando la situación se volvió crítica luego de perder el clásico porteño.

Improvisación también vemos en la conformación del plantel, ya no es sorpresa que solo lleguen refuerzos a préstamo que se encontraban «cortados» en sus equipos o cesantes. La situación se vio agravada este 2013 con tres de cuatro refuerzos firmando contrato por apenas 6 meses. Imposible apostar a convertirse en un equipo protagonista que cumpla con las metas que año a año declaran los dirigentes en la prensa si el plantel varía cada 6 meses. La proyección de los dirigentes no pasa más allá de un torneo, ni siquiera una temporada, se pretende hacer creer a la gente que lograrán resultados de la noche a la mañana ¿Por qué hacen esto? Porque sale más barato reforzar mediante préstamos que comprar jugadores.

Sin embargo no solo hay repercusión en el tema deportivo, también en cuanto a la identificación. Es imposible que un refuerzo se impregne de lo que es Santiago Wanderers si sabe de antemano que está de paso en el club, los ejemplos más claros de este año son Fernando De La Fuente y Nicolás Canales, dos jugadores que vinieron a vacacionar a la V región y vez que les toca entrar a la cancha muestran un ritmo de entrenamiento.

Por último vamos al caso más polémico de los últimos años, la titularidad de José Lafrentz. Obviemos el hecho de que «Pepo» sea hijo del presidente y haya tenido un camino más fácil al profesionalismo del resto de sus compañeros, porque si hubiese atajado el joven habría cumplido con su trabajo. El tema es que no estaba en condiciones de debutar, ni de ser el segundo arquero de Santiago Wanderers, todo esto en conocimiento de técnicos y dirigentes, bastaron un par de partidos para evidenciar que «Lafrentz» no estaba en condiciones. Un equipo que se dice competitivo no puede tener como segundo arquero a un joven sin ninguna experiencia profesional, se debe contar con un reemplazo que esté en condiciones de jugar cuando se lo requiera. Al momento de partir David Reyes la Sociedad Anónima debió contratar otro arquero profesional que no solo fuera el reemplazo de Mauricio Viana, sino que también apurara a este para que mantuviese su rendimiento, prefirieron ahorrarse el dinero y poner al hijo del presidente con consecuencias nefastas.

Tres claros ejemplos, solo en este campeonato, que son el reflejo del gran problema que tiene esta Sociedad Anónima al mando de Santiago Wanderers, no existe un plan estratégico que busque convertir al Decano en una institución sólida, fuerte y triunfadora. Todo se improvisa y se busca obtener beneficios haciendo el menor esfuerzo posible, porque tampoco hay un real interés de los inversionistas en el éxito deportivo del club.

Si esta situación no cambia seguirán pasando jugadores y entrenadores, repitiéndose la misma historia, mientras no se cambie la política institucional, Santiago Wanderers seguirá muriendo día a día.