Se acaba la fase regular del campeonato de apertura 2012 y para tristeza del pueblo wanderino nuevamente el Decano queda fuera de las fases finales. Pese a que en un comienzo Wanderers era animador del campeonato alcanzando lugares de avanzada y pelear por un cupo en la Copa Sudamericana, finalmente el equipo termina en la posición número 11 y comenzará el clausura a dos puntos de la liguilla de promoción.

El partido final frente a Calera en la previa tenía dos caras: por una parte, la ilusión propia del hincha de meterse a play offs en la última fecha ganando en Quillota para luego esperar resultados de los otros partidos (se dieron 2 de los otros 3 resultados que Wanderers necesitaba), y por otra parte, la amargura de haber estado todo el campeonato en zona de play offs y salir de ella en la penúltima fecha. La palabra fracaso ya estaba en la boca de muchos hinchas.

Con una defensa inédita con Sebastián Méndez entre los centrales, Oscar Opazo a la banda izquierda y el ingreso de Franz Schultz a la banda derecha, Roberto Órdenes como único volante de contención y Juan Gonzalo Lorca acompañando a Calandria frente a una nueva lesión de Sebastián Ubilla. Quizás la única buena noticia era el regreso de los tres zurdos al mediocampo con la esperanza de volver a ver el buen juego de la primera mitad del campeonato.

Un primer tiempo donde Wanderers tuvo cinco ocasiones claras de gol y convirtió en figura al arquero calerano. Sin embargo, nos fuimos al descanso con un 1-0 en contra, pese a ser dominadores del partido, por culpa de nuestros errores defensivos. Un regalo por la banda izquierda y los play offs se veían cada vez más lejos. Un primer tiempo que resumía los últimos partidos de Wanderers en este campeonato: goles perdidos por montones y goles regalados al equipo contrario.

Segundo tiempo que parte con el empate de Calandria y la ilusión de los hinchas, pero sin embargo la amargura volvía al puerto con el 2-1 de Calera, nuevamente por la banda izquierda, nuevamente con Oscar Opazo como principal responsable.

Después del segundo gol de Calera el partido terminó, Wanderers no jugó más. Se confirmaba que este equipo no reacciona cuando se encuentra en desventaja y no puede dar vuelta resultados, no lo hicimos en todo el campeonato. Por desgracia y, aunque nos duela a los wanderinos, salvo excepciones a este equipo le falta sangre. El partido frente a Calera fue una muestra perfecta de los problemas que aquejan a este Wanderers S.A.

Terminado el partido las caras largas se multiplicaban, la impotencia embargaba a los hinchas que se gastaron lo que no tenían para ir a alentar al equipo a Calera y este le responde con jugadores trotones, ingenuos, jugando sin ganas y hasta algunos sonriendo luego de terminado el partido y consumarse la eliminación. Finalmente al wanderino, más que el equipo juegue bien, le importa que sus jugadores corran, dejen la vida en la cancha, que con su actuación se ganen la camiseta, una camiseta que no puede vestir cualquiera. «Para estar en Wanderers hay que mojarla», dijo alguna vez el «Hueso» Glaría.

A la hora de los balances se rescata a Viana, quien se consolidó como arquero titular luego de ser un portero muy errático el año pasado. Salvó el arco caturro en muchas ocasiones, tarea difícil tomando en cuenta los errores que tuvimos en defensa todo el campeonato.

Agustín Parra, un jugador de selección. No es casualidad que luego de su lesión el equipo no ganara ningún partido y se olvidara del juego que ilusionó al hincha en las primeras fechas. Sin Parra no sólo se pierde en la marca y el anticipo, se pierde una salida limpia y el empezar a construir el juego desde nuestro campo sin tener que recurrir al pelotazo, además de darle seguridad a sus compañeros más limitados técnicamente.

Sebastián Mendez, el mejor de Wanderers en este campeonato, contra Calera jugó de central por primera vez en su vida y lo hizo perfecto, el corazón de este equipo, un león en la mitad de la cancha defendiendo y correteando a todos los rivales y quien sacaba al equipo adelante en los momentos complicados. Absolutamente merecida la jineta de capitán en los partidos que le tocó lucirla, un ejemplo a seguir para sus compañeros, un wanderino de verdad.

Sebastián Ubilla, el goleador de la fase regular, pese a bajar el nivel y lesionarse demostró que tiene nivel de crack siempre. Debe consolidarse en el segundo semestre, siempre y cuando siga en Wanderers.

En la delantera Pablo Calandria, partió de suplente en desmedro de Lorca, sin embargo a base de esfuerzo en los entrenamientos y la sequía goleadora de su compañero se ganó la titularidad. Tuvo la mala suerte de entrar justo en los peores partidos de Wanderers, cuando ya no había juego y se apostaba al pelotazo, pero pese a ser un jugador limitado técnicamente corría todas las pelotas, ganaba por alto y siempre trató de jugar para el equipo. Desde el punto de vista de la actitud nada que reprocharle.

Finalmente una mención especial para Eladio Herrera, un jugador que apenas disputó un partido y medio, sin embargo lo hizo de gran forma. Cuando él estuvo en cancha Wanderers no recibió goles y una dupla con Agustín Parra ilusionaba a los hinchas hasta que llegó su trágica lesión. Esperemos que el clausura sea su desquite.

El resto tiene como denominador común la mediocridad, muchos partieron muy bien como Sandoval, Rusculleda y Toloza, sin embargo bajaron el nivel, quizás, por sentirse con el puesto ganado al ver que no había un compañero en la banca que los apurara. La técnica no se pierde de un partido para otro.

Martínez prometió mucho en los amistosos pero nunca explotó, el egoísmo futbolístico siempre lo llevaba a hacer una de más, lo que le imposibilitaba tomar el protagonismo que el equipo necesitaba.

Y así termina un apertura particularmente amargo para Wanderers ya que después de mucho tiempo había ilusión con pelear arriba y volvimos a fracasar.

El objetivo de dirigentes y cuerpo técnico era clasificar a play offs y no se logró, por lo que ya es tiempo de que las cabezas de Wanderers asuman su responsabilidad en la mala gestión deportiva al mando del primer equipo y den un paso al costado. En ningún trabajo se perdonan cuatro años de errores y mala gestión, aunque como funcionan las cosas tal vez esto sea pedir demasiado.