Han pasado casi 2 años de esa linda y calurosa tarde en Viña del Mar, fue un 23 de Octubre en el 2010 cuando se jugó el último clásico porteño oficial en primera división. Algunos primos y tíos no pueden ir regularmente al estadio por trabajar en otras regiones, pero este partido es imperdible, ya es casi una tradición ir a todos los clásicos en patota para ver al decano, esa vez no fue la excepción y como ya había sido costumbre en las últimas veces, nos juntábamos con primos y familiares para ir al partido más importante del año para nosotros los wanderinos: el partido con las “ratas”.
Nos juntamos afuera de las boleterías para entrar en grupo al estadio, esa vez nos tocó la parte de tribuna andes, espacio que se ocupó casi por completo algunos minutos después de abiertas las puertas, al contrario de la galería cerro que les tocó a las vecinas que llegaron tarde para variar (y que al final se fueron antes que terminara el partido). La tribuna andes estaba repleta, había buen ambiente para el clásico y una vez mas (como tantas otras) éramos locales en Sausalito.
Este partido era crucial para las aspiraciones de ambos clubes, aunque con realidades muy distintas, mientras Santiago Wanderers necesitaba ganar para afirmarse en la medianía de la tabla y buscar un puesto en la liguilla pre-libertadores, las ratas buscaban los 3 puntos para salir del descenso directo. Además, aunque parezca frase cliché, un clásico es un partido aparte en el torneo, en la mente de los jugadores solo esta ganar ya que se juega algo más que los 3 puntos, se juega el honor y la burla hacia los rivales hasta por lo menos el próximo partido, por esto y mucho más se sabía que este partido se jugaría a muerte en el pasto del estadio de Viña.
Los 11 titulares, los 11 guerreros que jugaron ese partido fueron: Reyes, Godoy, Barra, Desvaux, Talma, el capitán Villarroel, Méndez, Quiroga, Jiménez, Gigena y donde se tenían todas las esperanzas puestas Carlos Muñoz, jugador que había marcado en el clásico anterior, y que su primer gol oficial por la camiseta del vagabundo fue justamente contra las ratas en el año 2007. Todos ellos dirigidos por el último entrenador campeón con Wanderers, don Jorge “peineta” Garcés.
El partido en si fue trabado al comienzo, con un poco mas de dominio de los de viña, pero que con el paso de los minutos fue disminuyendo y los verdes fueron ganando espacio y creándose oportunidades en el arco de los guata amarilla, hasta que llego la jugada del gol, no recuerdo bien si fue un córner o un lateral pero de pelota parada empezó, fue una pelota que pelea nuestro capitán cerca del área grande y que centra para que Rubén Darío Gigena convirtiera un gol hermoso, un golazo de tijera que mete en un lugar imposible para el arquero rival, el mejor gol de la fecha seria elegido mas tarde por el canal del futbol, fue el gol de un jugador que no había andado muy bien en el año, pero que apareció en esta ocasión para desatar el carnaval y hacer vibrar las gargantas de todos los wanderinos que estuvimos ese día en el estadio, un golazo para celebrarlo en la reja con la gran hinchada que fue esa tarde al estadio, un gol que seguramente aun esta marcado en la mente de los wanderinos y que será recordado por muchos años mas.
Pero ahí no terminaba todo, en el segundo tiempo se dio un hecho notable, Moisés Villarroel salía con lagrimas en los ojos al ser sustituido por tener una lesión, lesión que estaba consiente de tener desde antes del partido, pero por la terquedad de querer jugar el que podría ser uno de sus últimos clásicos, nuestro gran capitán en un acto de gran heroísmo (o irresponsabilidad según se mire) mintió para poder estar en este encuentro, es increíble la pasión de este jugador que va mas allá de su profesionalismo y lo hace dejar todo incluso el dolor de una lesión por vestir la camiseta de Wanderers. En el segundo tiempo se vino el gol de Carlitos, el goleador de Wanderers, el jugador después de un gran pase de Franco Quiroga (si mal no recuerdo) demuestra una vez mas porque tiene de hijos a las ratas, un golazo que desató el carnaval nuevamente en la tribuna wanderina, un gol que hizo comenzar la retirada de las vecinas que estaban cada vez mas cerca de descender, los cantos de “son de la B, son de la B, son de la B” no se hicieron esperar por parte de los caturros y la fiesta era total, en ese partido recuerdo que había un ataúd negro con el escudo de las vecinas, ataúd que presagio lo que sucedería a final de año, con la vuelta a segunda de las ratas.
En resumen, fue un día espectacular, una tarde hermosa y con un partido redondo de parte de los jugadores wanderinos coronado con una celebración como se debe, al día siguiente el desayuno parecía estar más rico y todo fue alegrías esa semana.
Por Pablo Figueroa Reyes
@pablofig
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