Por: Iván Felipe Cisternas Rosales

Me disculpo ante los no creyentes, lo que van a leer a continuación les podrá parecer irreal, ilógico, irracional; sobre todo ante el contexto nacional. Me declaro creyente, creo en que Wanderers puede llegar a salir campeón. No es un simple capricho, ojo, no es el simple antojo de que algún día se podrá llegar a concretar; no, es una realidad, y declárese creyente o no, está pasando.

Luego de ver el partido del día domingo ante Unión, llego a la conclusión de que Wanderers, hoy, es un grande. No porque no lo haya pensado antes, siempre lo he pensado, sin embargo, hoy he llegado a la conclusión de que Wanderers es un grande porque se comportó como tal. En campeonatos pasados siempre nos pasó que llegaba un equipo grande y le hacíamos buen partido, pero ya sea por equivocación nuestra o brillantez de ellos, se llevaban los 3 puntos igual; esta vez fuimos nosotros. Nos pusimos el pantalón largo y demostramos que podemos volver a ser grandes. Después de mucho analizar lo que queda de campeonato, de que Colo-Colo le tiene que ganar a no se quién, que la U tiene que perder no sé dónde, etc., me di cuenta de que está pasando, créanlo o no, está pasando.

Puede sonar soñador, puede sonar irreal, puede sonar de película, pero está pasando. El equipo de mis amores me ilusiona nuevamente no con una, sino con dos copas en una misma temporada, y no me ilusiona solo a mí, ilusiona a un pueblo que lleva 13 años esperando un líder que nos vuelva a llevar por la senda de la victoria. Porque equipo hubo muchas veces, pero no pudimos con el peso de ser grandes. ¿O acaso se olvidan del Wanderers de Salah, con Rusculleda, Moreno y Ubilla en su mejor momento? O para qué hablar de lo demostrado por Carlos Muñoz, o la genialidad de Pablo López. Es contemporáneo, lo sé; estuvimos en la B, lo sé; pero de que había equipo, había. Ahora no simplemente hay equipo, sino que hay un líder. Y no simplemente hay un líder, sino que hay trabajo. Y no simplemente hay trabajo, hay ganas. Y no simplemente hay ganas, hay huevos. Y para sumarle a todo lo recién mencionado, hay un pueblo herido. ¿Herido? ¿Qué tiene de motivador eso? De por sí nada, de por sí, somos simplemente un grupo de gente que vamos a ver 22 tipos detrás de un objeto redondo e inflado. Somos un montón de imbéciles que por 2 horas a la semana tenemos algo más importante que el trabajo, que el estudio, que la familia, que la economía. Pero ojo, no somos sólo ésos giles. Somos los mismos giles que tenemos la llaga abierta de haber sobrevivido a un incendio que se llevó todo lo nuestro y aun así seguimos alentando; somos los mismos giles que vivimos en los cerros, algunos en los cerros más pobres de la ciudad y aun así seguimos alentando; somos los mismos giles que luchamos con el quehacer humano y la injusticia de la sociedad y aun así seguimos alentando. Llevamos esperando 13 años, caturros, es verdad, pero este año es diferente. Este año es diferente porque nosotros lo hemos hecho diferente, porque el Profe vino a hacer un trabajo diferente porque esta hinchada se merece algo diferente. Este campeonato es diferente porque al ver al equipo no bajar los brazos ni dar por perdidos los puntos, es porque nosotros en las gradas tampoco lo hemos hecho, y tampoco pretendemos hacerlo. Esta disputa es diferente porque el plantel está tan motivado dentro de la cancha como nosotros lo estamos en la galería.

Quizás pecamos a veces de un fútbol pobre, quizás no siempre merecemos salir vencedores de algún partido, pero véannos aquí, luchando. Porque los 22 huevos que se ven dentro de la cancha se ven reflejados en los miles de huevos que afuera están alentando, y por eso, por eso es que tengo la fe, la convicción y la seguridad de que podemos salir campeones.

Levanta los brazos, caturro, te invito a creer. La copa nos espera. A seguir alentando como nunca antes, a volver a llenar el estadio como nunca antes, a seguir creyendo.

¡Adelante Wanderers!