Santiago Wanderers tiene la posibilidad cierta de descender a la tercera categoría del fútbol chileno por primera vez en su historia. La responsabilidad principal la tiene la dirigencia, de ello no hay dudas, pero con el torneo en marcha, el plantel cerrado y 15 partidos por jugar, el destino del fútbol profesional queda exclusivamente en manos de los jugadores y el cuerpo técnico.
El equipo ha mejorado de la mano de Miguel Ponce, ahora se intenta jugar fútbol y se suman llegadas al arco contrario, pero al terminar el partido volvemos a masticar derrotas que incluso podríamos considerar injustas, como la última ante Iquique. Y más allá de que muchos hinchas exclamen que prefieren ganar jugando mal, la realidad es que un equipo estará mucho más cerca del triunfo jugando bien que jugando mal. No considero que hoy nuestro problema sea el juego desplegado en la cancha.
El segundo gol de Iquique es muy similar al segundo gol que nos convierte Santa Cruz hace un par de fechas, un córner a favor, mal servido, que termina en un contragolpe y gol del rival. ¿Cómo se explica que un jugador rival recorra 60 o 70 metros con pelota dominada sin que ningún defensa lo baje? ¿Cómo se explica que el DT decida dejar como último hombre a un jugador amonestado? ¿Cómo se explica que la pelota recorra el borde del área chica ante la mirada quieta de 3 defensas y el arquero?
En mi humilde opinión, porque jugadores y cuerpo técnico aún no han asimilado que somos el segundo equipo con más riesgo de descender después de Deportes Recoleta, un debutante en Primera B.
A falta de 14 partidos por jugar, este plantel debe asumir y aceptar que el único objetivo es evitar el descenso a Segunda División Profesional y jugar cada partido con la motivación de una liguilla de promoción en la cual se puede conceder una expulsión con tal de evitar un gol del rival, patear con violencia una pelota al córner solo porque está cerca del arco o sacar de la cancha al capitán si es que se necesita un jugador “limpio” para el sacrificio, porque no hay más chances ni partidos por delante.
Miguel Ponce en su llegada al club comparó a Santiago Wanderers con River Plate, me valgo de dicha comparación para recordar que el año 2011 nadie imaginaba que el equipo argentino podía descender, ni su DT, ni sus propios jugadores. Quedaban muchos partidos y no eran necesarios tantos puntos para conseguir la salvación en una tabla de promedios, el resultado lo conocemos todos.
Celebro la mejora futbolística del equipo, el alza de rendimiento de nuestros jugadores y no dudo en ningún segundo que entran a la cancha pensando en ganar todos los partidos, pero considero que para conseguir resultados y salir de la posición en la que estamos, hace falta este baño de realidad y una cuota de tensión al momento de enfrentar los partidos.
Ser “resultadista” no significa dejar intentar jugar bien, sino estar dispuesto a hacer sacrificios con tal de conseguir sumar uno o tres puntos en cada partido que toque jugar. Hasta ahora Santiago Wanderers ha carecido de ello.
El cliché dice que cada partido debe enfrentarse como una final, para Santiago Wanderers cada partido debe enfrentarse como una liguilla de promoción.
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