Ser wanderino ha implicado, históricamente, varias cosas: Ser hijos del sufrimiento (maldito el día en que nos hicieron creer eso), pelear más abajo que arriba y pasar hartas rabias, eso por el lado negativo. Pero también, hay otras reglas claras que todo hincha del Decano debe cumplir y que en los últimos dos “Clásicos Porteños” quedaron en evidencia: Primero, una pasión desatada por los colores; segundo, sentir al equipo más que como un hobby, como parte de una pasión que no solo tiene que ver con el fútbol, sino también con una ciudad con “huevos”, que sabe levantarse y que nunca está sola.

La hinchada caturra se hizo presente en masa ante Everton en los dos partidos en Quillota, sólo esperando que todo ese enorme amor que le entrega su institución, fuera retribuido por un grupo de jugadores y un entrenador que lo único que debían hacer era dejar la vida en la cancha ante el rival de siempre. Nadie puede exigir el triunfo, el fútbol, con sus idas y vueltas, jamás ha podido asegurar un resultado positivo ni aunque tengas a los mejores jugadores del mundo. Sólo se pedía actitud y lavar la imagen del 0-3 del Torneo Nacional.

Pero nada. Nos fallaron una vez más, partiendo por un Ivo Basay irresoluto, frío y que pareció, en estos tres compromisos, jamás entender de qué se trata jugar ante los de Viña. Es más que fútbol, son choques de estilo: El rico versus el pobre; el fútbol técnico versus el aguerrido; el prepotente ante el humilde.

Lo que más ha dolido es que en estos tres clásicos, pareciera que se invirtieron los históricos papeles. Desde el DT, que no grita, no motiva y, peor aún, no responde por sus errores después de los partidos, hasta varios jugadores que sencillamente no dan la talla, Wanderers mostró ser un equipo, como dicen los argentinos, “pecho frío”. Decepciona eso, muchos preferimos no ganar nada, pero tener a un grupo de guerreros en la cancha.

La tarde del martes, cuando se consumaron las tres derrotas al hilo, no podía dejar de acordarme de nombres como: Jaime Bahamones, Cristián Flores, Francisco “care cueca” Rodríguez, Jorge “Mágico” Pérez y otros. Futbolistas de no gran calidad, pero que siempre tuvieron claro lo que es Wanderers, eso se les pedía ahora.

Hoy, la pregunta es ¿hasta cuándo tendremos que seguir soportando a jugadores y técnicos que no conocen la realidad del club? ¿Por qué no pensar en que esta SADP tiene entre sus objetivos cambiar el histórico perfil del wanderino?

Duele ver como el club está perdiendo la esencia histórica. Nadie puede pensar que Wanderers es aquel equipo aguerrido, con luchadores en la cancha que siempre fue. Hoy, hay directivos que prefieren contratar a jugadores que hablen bien por sobre aquellos que entiendan nuestra idiosincrasia. Años atrás, ¿podrían haber llegado jugadores como: Rodrigo Toloza, Nicolás López Macri o Adán Vergara, yendo más atrás? ¿Podrían haber jugado juveniles como Oscar Opazo, Franz Schultz y otros que es mejor no mencionar para no herir susceptibilidades?

El pueblo wanderino dice ¡BASTA! Ya varios somos los que preferimos una refundación, partir desde cero, pero respetando la identidad.

Basay, los jugadores, y especialmente los dirigentes están ad portas de sumar un nuevo fracaso en Copa Chile. Depende de ellos ahora que la historia no se siga desviando. Si algún directivo lee esto, por favor impregnen a nuestros jugadores de historia: Vean videos de cómo jugábamos en los 80 y 90, vayan a los cerros a darse cuente de lo difícil que es para los hinchas tener que ir a Quillota y gastar plata que no tiene, para estar ahí, pese a tantas decepciones. Vuelvan a las raíces, no se roben la historia del club más hermoso del fútbol chileno: SANTIAGO WANDERES DE VALPARAÍSO

PEC