Luego de vencer a Unión La Calera en un gran partido con un estadio prácticamente lleno, Santiago Wanderers aseguró su permanencia en primera división por al menos una temporada más, una misión que hace unos meses parecía casi imposible.

Santiago Wanderers sumaba 15 partidos oficiales sin ganar bajo el mando de Arturo Salah, el equipo no jugaba a nada, era casi imposible ver una jugada de peligro o un remate al arco en 90 minutos, los dirigentes no daban señal de querer cambiar al técnico y casi con resignación los hinchas veían un nuevo descenso.

Sin embargo luego de la fea caída por 4-1 frente a Quillmes de Argentina en el partido de aniversario jugado bajo la lluvia el técnico terminaría por renunciar frente a la presión de la hinchada y la pregunta era ¿y ahora quién?

Pocos nombres sonaban en calle Independencia y es que nadie se atrevía a tomar este fierro caliente llamado Santiago Wanderers, finalmente el elegido fue Ivo Basay quien de todos los candidatos fue el único que se atrevió a tomar el desafío. Aquí tenemos la primera clave de la salvación, pese a venir con un mal antecedente inmediato lo que necesitaba el Decano en ese minuto era un técnico que fuera capaz de despertar a los jugadores, alguien que creyera que si se podía revertir la situación.

El debut fue con derrota en San Felipe y los fantasmas del descenso se hacían presentes, pese al atenuante de que Basay solo tuvo tres días para trabajar previo a este partido, lo importante eran los puntos y Santiago Wanderers no los conseguía hundiéndose en la tabla de posiciones.

Luego vino la primera victoria, en casa y frente a la Universidad de Concepción llegando al segundo momento clave de la salvación: el golazo de Calandria, este gol significaba dar vuelta un partido por primera vez en dos años, significaba un triunfo luego de cinco meses, significaba volver a respirar y estar vivos en la lucha por mantenerse en primera y finalmente una revancha para uno de los jugadores más resistidos por la hinchada hasta ese minuto.

Luego vino una fea derrota en El Salvador frente a Cobresal y el empate con sabor a derrota que se consigue frente a la Universidad de Chile luego de ir ganando por 2-0 hasta el minuto 83, volvían los fantasmas y quedaban al desnudo las falencias del plantel 2012 como eran la falta de marca en los laterales y la baja capacidad goleadora de nuestros delanteros a lo que se sumaban los problemas en el arco, ya que ni Viana ni Reyes daban total seguridad.

Tercer momento clave, la derrota frente a Palestino, para muchos este partido prácticamente condenaba a Santiago Wanderers al descenso por el complicado fixture que se acercaba y porque ya habiendo jugado con los rivales directos el Decano no había podido superarlos. Esta derrota significaría el regreso de Viana a la titularidad quien sería clave en el final de campeonato, pese al apoyo popular del cual gozaba Reyes, la realidad futbolística marcaba que estaba un paso más abajo de Viana.

Precisamente Mauricio Viana sería el protagonista del cuarto momento clave de esta historia atajando un cabezazo de Rafael Olarra en Santa Laura a pocos minutos de terminado el partido, un manotazo espectacular con el cual se evitaba la derrota y se sumaba un punto en una cancha donde hacía mucho tiempo el Decano no rescataba unidades y que esta vez consiguió gracias a un golazo del joven Franz Schultz cuando el partido estaba muy complicado.

Operación Rancagua fue el nombre ideado por los hinchas para el encuentro frente a O’Higgins en la sexta región, la misión era ir por los tres puntos para despegar y no depender de otros. El comienzo del partido no pudo ser peor, los locales marcaban un gol al primer minuto de juego y pese a que luego el equipo caturro se hizo dueño de las acciones convirtiendo a Marín en figura el empate no caía. Ya en el segundo tiempo cuando el local se hacía dominador del partido llega el quinto momento clave de la salvación, una jugada que refleja lo que fue este Wanderers de final de campeonato, una patriada del defensor Mauricio Prieto quien se va con balón dominado hasta el área contraria para que el capitán Jorge Ormeño fusile al arquero rival poniendo el 1-1 y desatando la locura de todos los caturros que viajaron hasta El Teniente, quizás las dos mejores figuras del segundo semestre nos daban el empate el cual a la larga se convertiría en un punto ganado.

Pese a los buenos empates conseguidos en calidad de visita Santiago Wanderers acumulaba cinco partidos sin ganar por lo cual ya no había margen de error, había que derrotar a Iquique en primera división por primera vez en la historia y se consiguió jugando un partidazo ¿Momento clave? El abrazo final de los jugadores en el área caturra con Viana emocionado arrodillado en la cancha, Santiago Wanderers volvía a ser Santiago Wanderers y no un grupo de millonarios trotones que se vestía de verde en el camarín, el técnico había logrado devolverle la mística a este equipo.

Si ya se había roto la historia frente a Iquique por que no hacerlo en Calama ganando por primera vez a Cobreloa como visitante. Tomando en cuenta los otros resultados de la fecha, si el Decano quería depender de si mismo para mantenerse en primera solo cabía un triunfo frente a Cobreloa, resultado que parecía lejano cuando a los 12 minutos el local tenía un penal a favor llevándonos a otro momento clave, Canío manda la pelota al palo y los porteños reviven, los jugadores despiertan y se hacen dueños de las acciones en Calama ganando y goleando por primera vez en su historia, jugadores como Cólzera y Salmerón corriendo en la altura como si estuviesen al nivel del mar y goles dedicados a los hinchas que con esfuerzo llegaron hasta la segunda región, relatos radiales que emocionaron a quienes no pudieron viajar y una alegría tremenda por un día histórico para Santiago Wanderers, lograba traerse los tres puntos de Calama y dependía de si mismo para mantener la categoría.

Luego de diez días que se hicieron eternos llegaba la hora de la verdad, un estadio casi lleno recibía al Decano quien debía ganar a Calera para quedarse en primera división. Un equipo volcado al ataque, dos goles tempraneros y una defensa sólida para coronar la fiesta porteña, sin sobresaltos en el juego Santiago Wanderers se quedaba en primera división. Bengalas, represión policial y la patada de Cellerino quedarán para las historias que se le contarán a los nietos sobre como fue el último partido jugado en el viejo estadio Playa Ancha, una jornada 100% wanderina.

El año pasado luego de salvarse en promoción nadie celebró porque era vergonzoso, sin embargo esta vez fue distinto ya que hace un par de meses Santiago Wanderers estaba muerto, no ganaba, no jugaba y lo más importante, había perdido su esencia. Ayer no se celebró el hecho de mantenerse en primera, sino que la capacidad de levantarse frente a la adversidad, de doblarle la mano a un destino que parecía escrito y de recuperar el estilo de juego que encanta al hincha, se celebró que se logró la permanencia jugando como a todos les gusta y como hace tiempo no se veía en Valparaíso.

Ahora viene el tiempo de las evaluaciones y de armar un nuevo plantel, esperemos que ahora si nuestros dirigentes hagan bien su trabajo y se arme un equipo para pelear arriba como tantas veces han prometido, las falencias del plantel son claras y para solucionarlas solo hay que meterse la mano al bolsillo y escoger bien.

Para todos los que siempre creyeron, para los que no, los que fueron siempre, los que aparecieron con las promociones, los que se comprometieron en el banderazo donde surgió el lema #NoBajamosNicagando  llega un merecido descanso. Gracias a los jugadores y al cuerpo técnico, pero el próximo año es obligación ir por un objetivo importante, es lo mínimo que se merece esta hinchada.

Santiago Wanderers es de primera y de primera no se va.