Luego de perder el clásico porteño podemos decir que Wanderers ha tocado fondo, y es que de verdad es difícil imaginar que este equipo pueda jugar peor. Quizás este sea el único consuelo que nos queda a los hinchas: desde hoy sólo se puede mejorar.

Juan Pablo Enríquez
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El partido del domingo pasado, donde Wanderers cayó frente a las ratas de forma humillante por primera vez en muchos años, es la mejor muestra de la crisis que vive el decano hoy en día. Tanto el fracaso a nivel dirigencial que tiene a un Wanderers sin jugadores, como también la crisis a nivel interno donde el cuerpo técnico ya no da para más.

Terminado el clásico nuestros dirigentes tuvieron que esconderse de los hinchas quienes enfurecidos los tapaban en insultos, no por la derrota, sino porque entendemos que ellos son los principales responsables de lo que vive Wanderers ahora. Su tacañería y mala gestión luego de 3 años al mando del club nos dejan a un Wanderers muerto deportivamente a nivel profesional. Puede sonar reiterativo, pero mientras la situación no cambie hay que insistir. A nuestros dirigentes no les importa el éxito deportivo de Wanderers, su único interés es la venta de jugadores para recuperar su inversión, de otra forma ¿cómo se explica la falta de refuerzos luego de un campeonato donde quedó claro que faltaban 3 o 4 jugadores de experiencia?, ¿cómo se explica que ni siquiera existan rumores o peticiones del técnico? Nadie sabe nada y Wanderers sigue jugando partidos oficiales con un equipo disminuido en relación al apertura y que no inspira respeto a nadie, ni siquiera de San Luis que la semana pasada vino a Playa Ancha con equipo alternativo.

Si existiera un real interés de los dirigentes para que Wanderers consiga o gane algo, habríamos tenido refuerzos antes de haber comenzado a jugar Copa Chile, pero como a estos santiaguinos no les importa en nada lo que pase con nuestro club en la cancha, enfrentamos el torneo con un equipo casi juvenil que no es capaz de ganarle a conjuntos de segunda categoría, perdiendo una buena oportunidad para pelear por un trofeo y de paso meternos en una copa internacional.

Terminado el partido, Franco Quiroga lo dijo claro: los que están a cargo de esto tienen que traer jugadores. No le podemos estar pidiendo a un cabro que tiene menos de 15 partidos en primera división que no cometa errores, es imposible. Ya quedó claro que el equipo juvenil no funciona y que su discurso de «somos formadores» no es tal, porque en lugar de formar jugadores los están quemando en busca de subir el valor de sus pases con antecedentes de partidos en primera a corta edad.

Necesitamos refuerzos de experiencia ahora, no cuando estemos camino a la B, porque luego de los 2 partidos de la semana pasada Wanderers dejó claro que su juego con suerte da para marcar el paso en los potreros.

Por otro lado tenemos el problema interno, que es la crisis del cuerpo técnico. Esta combinación resulta fatal, ya que si bien antes no contábamos con grandes jugadores y había que improvisar, por lo menos teníamos a alguien en la banca que les sacaba rendimient, los motivaba y lograba sacar al equipo adelante. Ahora con Llop tenemos un Wanderers que no juega a nada y jugadores que no saben qué hacer en la cancha. Cada partido da la impresión que fuera la primera vez que juegan juntos, no hay funcionamiento de equipo o jugadas preparadas, ni siquiera una idea o propuesta de juego, cada partido es una incertidumbre sobre como formará Wanderers. Todo lo anterior se traduce en que jugamos al pelotazo, a lo que salga.  Pero ¿qué dice nuestro DT al respecto? «jugamos bien» y «merecimos mejor suerte» ¿cómo se puede mejorar si no se reconocen los errores? No hay peor ciego que el que no quiere ver señor Llop.

Y para finalizar con este triste panorama tenemos el tema de los cortados. Me gustaría saber en qué lugar del mundo se cortan jugadores cuando no hay otros en su posición o los cortados son mejores que los que están. Es impresentable que finalizado cada partido el DT apele como justificación la falta de jugadores en el plantel pero al día siguiente corta a otros que rinden más que los que entran a la cancha, de verdad inconcebible. El domingo fue el mejor partido de Pablo López y Moisés Villarroel desde que Llop asumió el banco porteño.

Este clásico porteño lo vamos a recordar por un buen tiempo, no por el resultado que pasará a ser algo anecdótico, sino porque fue la mejor muestra posible que se podía tener de la crisis que vive Wanderers hoy en día, crisis producto de problemas que se arrastran hace tiempo pero lograban ser tapados con algún triunfo conseguido por nuestros canteranos, quienes son los que terminan siempre salvando la plata.

Si algo bueno dejó esta derrota es que ahora están al descubierto todos los problemas que tiene Wanderers, ahora es imposible que el hincha que estuvo presente en el clásico, lo escuchó por radio o se lo contaron, se compre el discurso de Llop o de los dirigentes.  Fracasaron ambos en su ámbito de acción y ahora tienen la obligación de cambiar para sacar esto adelante. Si no les interesa es mejor que se vayan a otro lado.

Esperemos que esto no quede aquí, porque urgen cambios radicales en Wanderers y si no los hacemos ahora puede que el 2012 se inaugure la primera B con un clásico porteño.

¡¡VAMOS WANDERERS!!