Wanderers venció a Cobreloa en Playa Ancha, salimos del fondo de la tabla y cuando ya quedan dos partidos para que termine el apertura, los hinchas podemos hacer un balance de lo que fue el campeonato, independiente de lo que pase con O’higgins y Calera. Nos podemos permitir esto, porque Wanderers ya hizo todo lo que podía hacer este campeonato en cuanto a esquema de juego y a los intérpretes del mismo. A estas alturas no se puede inventar nada nuevo.

Juan Pablo Enríquez
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En primer lugar, el tema refuerzos: por primera vez en el año ninguno de los refuerzos extranjeros era titular. Si bien estaba clarísimo que no fueron el aporte que se esperaba,  teníamos que saber cómo respondería el equipo ante su ausencia, en una de esas hasta jugábamos peor. Pero nada de eso, Javier Tetes confirmó que sólo vino a pasear al puerto. Es inaceptable que un jugador de 16 años, con nula experiencia en el puesto de stopper, y un refuerzo parche de última hora, jueguen mejor que el precio más alto de Santiago Wanderers. Esto no se debe a que Robles y Sepúlveda sean malos jugadores, sino porque la lógica de traer jugadores de fuera, realizando una inversión económica importante, es que estos muestren un nivel superior a los de casa. Es su obligación marcar diferencias y ser un aporte, mejorar el nivel que existía antes de su llegada, a eso apunta el concepto de «refuerzo». Sin embargo Javier Tetes reprueba, habría sido mucho mejor renovar a Rodrigo Barra, ídolo del club y puntal de la defensa el 2010 ¿y si Parra no hubiese estado lesionado todo el campeonato? ¿Tetes habría sido banca desde la fecha 2? ¿Habríamos tenido un sueldo de 5 millones sin jugar un sólo minuto? La Joya del Pacífico se anota un nuevo fracaso en materia de refuerzos.

Por su lado, Matías Pérez era quien llegaba con el mejor cartel, pero al igual que su compatriota decepcionó. El problema con Pérez es que no tenía reemplazante, lo que nos dejaba aun más complicados, puesto que Llop estaba obligado a poner a un jugador que no rendía (estando consciente que no rendía) porque es el único que tenía en dicha posición (nos  pena Eugenio Mena). Hasta que el DT tuvo que cambiar el esquema para sacarlo del equipo, porque Wanderers entraba con 10 a la cancha y Pérez termina agregándose al grupo de ilustres fiascos, junto a Barrionuevo y el doctor Bentos.

Jerónimo Barrales, el regalón de Llop, – cómo no va a serlo si el técnico lo pidió personalmente – en este partido estuvo fuera por haber sido expulsado. El mejor de los refuerzos sin ninguna duda, pero tampoco ha sido gran aporte. No voy a matar a Barrales como a Tetes y Pérez, porque siempre jugó para el equipo y en todo el campeonato pudo jugar metido en el área porque la pelota no le llegaba. Sin embargo, su llegada también la considero innecesaria, porque ya contábamos con un goleador, y Llop, al igual que los dirigentes, debieron tener en cuenta eso al momento de pedirlo, especialmente porque nuestro DT juega con sólo un hombre de área y dos punteros abiertos. Muñoz puede jugar por fuera, pero no tiene las características de puntero, lo cual quedó demostrado en los partidos donde jugaron juntos, se estorbaban y eso sólo perjudicaba al equipo. ¿Siempre hay que tener una alternativa en cada puesto? Sí, pero gastar tanto en un suplente no tiene sentido. Barrales podría haber formado buena dupla con Muñoz en caso de jugar con dos delanteros, pero Llop nunca quiso cambiar su esquema hasta que la ausencia de jugadores lo obligó a hacerlo.

El último refuerzo, Christian Sepúlveda, fue una grata sorpresa. Con sólo un partido demostró ser más que Tetes, pero tampoco es un jugador que marque diferencia con lo que había antes, si bien rindió, no entra en la categoría de refuerzo.

Raya para la suma, los tres refuerzos extranjeros, que por lo demás, son los sueldos más altos del club, terminaron en la banca, y quienes juegan y sacan esto adelante son los jugadores de casa, que también son los mismos que estaban el año pasado. El 2011 el equipo no se potenció, y si nos ponemos a hilar más fino, podemos decir que se despotenció con la salida de Barra y Jiménez.

Por otro litro, tenemos el cambio de DT. Sale Garcés en medio de la polémica (aún nos duele por la forma en que se dio su salida del club) y llega Juan Manuel Llop. El argentino llegaba con buen currículum y en los primeros partidos agradaba bastante su idea de fútbol: jugar al ataque y llegar con mucha gente al área rival. Sin embargo, los resultados no se dieron, el equipo no jugaba tan mal, pero los errores nos hacían perder partidos que teníamos controlados. La falta de plantel afectó sin duda nuestro rendimiento, Llop tenía que hacer magia para parar 11 jugadores en la cancha, improvisando jugadores en posiciones que desconocían. Pero aquí aparece el gran pecado del trasandino: su tozudez y falta de autocrítica. Se demoró 14 fechas en descubrir que no contaba con los jugadores para el esquema que él quería y eso quedaba reflejado en la cancha con malos partidos y derrotas que venían acompañadas siempre de la misma respuesta; «jugamos bien pero fallamos en cosas puntuales que nos costaron el partido». Había fallas puntuales, pero finalmente los partidos los perdíamos porque no podíamos realizar un juego asociado, porque no teníamos los jugadores para ello, pero el DT insistía en su esquema y en jugadores que demostraban no servir para el trabajo que se les encomendaba.

Siempre supimos que Michael Silva debía ser titular jugando por la derecha, cuando jugó ahi rindió a la perfección, pero Llop lo hacía volantear o le daba la responsabilidad de ser el 10 del equipo.

Siempre supimos que Sebastián Méndez tenía que ser el titular en la zona media, pero el 5 estaba calentando la banca mientras los titulares eran Villarroel (que no ha tenido un mal año) o Robles, que son mucho menos que el villalemanino en esa posición.

Siempre supimos que si se jugaba con tres delanteros era Muñoz o Barrales de 9, porque ambos jugando juntos chocaban en el área, y además porque Carlitos no es puntero derecho ni tampoco volante de salida, como trató de inventar Llop.

Al final del campeonato volvimos al 3-5-2 con que terminamos el año pasado, porque Llop, aunque bastante tarde, se dio cuenta que era el mejor sistema que se puede usar teniendo en cuenta los jugadores que hay en el plantel.

Nueva raya para la suma, un buen DT, con buenas ideas e intenciones, pero demasiado terco y poco autocrítico (a diferencia de los jugadores), lo cual hacía imposible que se diera cuenta de sus errores y no pudiéramos mejorar el funcionamiento de una semana a otra, al estar convencido de que lo que hace está bien, no va a querer cambiar, y también convence a los jugadores de lo mismo, porque finalmente él es el jefe y tienen que obedecerlo. Un círculo vicioso que finalmente se rompió gracias a lesiones y expulsiones.

Conclusión: el Wanderers versión 2011 es el mismo plantel que el Wanderers 2010, con un par de bajas importantes y un cambio de DT que fue para peor. Como dije en columnas anteriores, la dirigencia cortó el buen proyecto deportivo que tenía Garcés por caprichos personales, y ahora nosotros como hinchas pagamos las consecuencias mordiendo la rabia.

La S.A.D.P. anota un nuevo semestre de fracaso en lo deportivo, pero no asumen culpas y hasta el último minuto nos decían que estábamos para pelear arriba. Nuevamente gastaron poca plata y la gastaron mal. Habrá que esperar cómo terminamos el campeonato y si es que Muñoz se vende o no, para planificar el segundo semestre y,  ojalá, de una vez por todas, nuestros dirigentes armen el equipo que nos merecemos.

La gran interrogante que nos queda es ¿Qué pasara con todos estos «refuerzos» al final del Campeonato de Apertura, siendo que todos tienen contrato por todo el año?