Sin lugar a dudas, la campaña de Wanderers 2001 es la que está más presente en la retina del hincha wanderino. En dicha ocasión, el cuadro caturro consiguió su último título de Primera División, avalado por un gran desempeño en el campeonato y teniendo como goleador y figura a Silvio Fernández, quien anotó 17 goles en 28 fechas.
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Remontémonos al comienzo. En enero de 2001 arribaba al puerto un centro delantero uruguayo proveniente del, por entonces, recién descendido Provincial Osorno. Silvio Fernández llegaba a Valparaíso como el reemplazante de Reinaldo Navia, lo cual generaba ciertas dudas en la parcialidad wanderina, pues no veían al “Cuchillo” como su relevo natural. Con el pasar de las fechas, poco a poco y a costa de goles, Fernández se hacía un nombre en el Decano y comenzaria a ganarse el cariño de la hinchada. A los meses, Wanderers se encontraba peleando los primeros lugares de la tabla y el delantero se consagraba como el máximo artillero del equipo. Llegaría diciembre del año 2001 y finalmente el Decano se coronaba campeón del fútbol chileno.
Al año siguiente, y como parte de su participación en la copa Libertadores de América, Wanderers tendría que enfrentar al cuadro de Boca Juniors en el estadio Sausalito, en encuentro válido por el partido de vuelta del grupo 6. En lo que a la postre se transformaría en uno de los triunfos más importantes en la historia del club, el Decano lograría vencer por la cuenta mínima al bicampeón de América con gol de Silvio Fernández, tras gran jugada de Joel Soto.
Sin lugar a dudas, “Cuchillo” fue el último delantero extranjero goleador que hemos visto entre las filas del decano, convirtiendo un total de 36 anotaciones en las 61 ocasiones en que le tocó defender la camiseta verde. Actualmente se encuentra viviendo en Maldonado, Uurguay, jugando en un equipo a nivel amateur y ya por retirarse, según estima, el próximo año.
A continuación el testimonio de un jugador, que a punta de goles y esfuerzo, logró escribir su nombre en las páginas doradas de la historia de nuestro club.
“Wanderers fue mi gran salto para consolidarme como jugador. Si bien aquí en Uruguay ya había jugado en Nacional, ahí fue donde tuve mis mejores años como futbolista. Al principio tenía mucho miedo de cómo me fuera a ir en el puerto, porque sabía que era un equipo con mucha tradición y muy exigente, pero la verdad se fue dando todo muy bien de a poco. Fui mentalizado en ir a rendir y buscar mi gran salto a un fútbol más grande y se me dio. Me fui a México a los 2 años.
Yo siempre digo que mi experiencia en Wanderers es como cuando un papá ve nacer a su hijo y lo va amoldando a su manera, hasta hacerlo hincha del club de sus amores. Bueno, Wanderers fue más o menos eso para mí. Yo desde el principio me sentía en mi casa y poco a poco me fui adaptando a toda la cultura wanderina, que es muy rica, por cierto, y muy hermosa.
Me tocó a mitad del año 2001 soportar las críticas y dudas del presidente, que todos sabemos cómo manejaba Sánchez el club en esos momentos, y tuve el apoyo incondicional del profe y de mis compañeros que siempre me ayudaron en todo momento. Fue impresionante la química que logré con Varas, Riveros y Villarroel, parecía que nos conociéramos desde niños y que hubiéramos hecho divisiones inferiores juntos, y eso también pasó con muchos de los integrantes de ese plantel.”
Creyente y cabalero, nos cuenta que su principal cábala era leer un salmo de la biblia dentro del camarín unos minutos antes de salir al precalentamiento: “siempre lo hacía, me daba mucha confianza y me sigue dando hasta ahora. Soy muy creyente en ese aspecto.»
En cuanto a los momentos poco gratos que le tocó vivir en el club confiesa que el más importante fue “el no poder disfrutar a pleno la última parte del torneo y la obtención del título, debido que a mi hijo le habían diagnosticado una enfermedad incurable. Hasta que no terminó el torneo y yo me pude venir a mi país y hacerle todos los estudios, casi ni dormía. Eso fue muy duro para mi familia. Antes de eso fue todo placentero; vivir en Viña, pasear por Valparaíso… añoro mucho esos años y espero algún día poder irme y cumplir alguna función en Wanderers y devolverle, en parte, todo lo que me brindó. Tal vez de entrenador u otro puesto. Me voy a empezar a preparar para eso.»
Finalmente, Fernández se despide agregando que “le guardo un gran cariño al club, a la gente, a todo el pueblo caturro, que donde íbamos siempre había algún aficionado de Wanderers. Serán parte importante de mis recuerdos como futbolista, porque ahí viví mis mejores años. Un abrazo.”
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