La vida de Mauricio Viana nunca se construyó como una novela, pero eso parece. En 1989 nace en Sao Paulo uno de los últimos ídolos de Santiago Wanderers de Valparaíso, armado de valor, garra y esfuerzo, ese maniático arquero de polera roja y corazón verde ha escrito -paso a paso- una de las historias más fenomenales en la decana institución del puerto. Una novela que no tiene intención de acabar aún.

El primer recuerdo que tengo de Viana es un partido ante San Luis en el sintético quillotano, lo que llaman los colegas de manera cliché como «guerra de goles», 4 a 3 a favor de los verdes que tuvo en un momento clave a Viana. A los 75 minutos de juego, David Reyes bajaba al longevo Mario Pierani y el juez central cobraría penal, tras ser expulsado el golero titular, el 12 de los caturros tendría la misión de mantener el empate a tres, comenzando con una jornada épica en Quillota. Y así lo hizo.

Mario Cáceres, un experimentado delantero nacional, le mandaba un balonazo a la derecha del oriundo de Limache, que contenía y se vestía de héroe. En los 87′ Michael Silva sellaría el triunfo wanderino, la primera de muchas jornadas en las que el enérgico arquero caturro se convertía en figura de la noche.

Peleas, puteadas, tapadones dignos de campeonato, un intestino roto y el amor eterno de su familia. Esa es la montaña rusa que ha girado en la novelesca vida profesional de Mauricio Viana, como él mismo se define un «cagado de la cabeza» (sic).

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Achicando espacios

«Mi mamá, por temas de trabajo, se fue a vivir a Brasil, conoció a mi padre y me tuvieron. Yo nunca lo conocí a él y a los cinco años me vine a Chile. Cuando chico me decían repollo, aunque con el tiempo me terminaron llamando Viana no más». Entre los 5 y los 27 años Mauricio vivió en Limache, «… llegué a la casa de unos familiares en la Población Municipal con mi mamá y mi hermano en camino», dos tíos con los que compartía hogar le impregnarían el fútbol, Dagoberto y Nano.

A los seis años comienza a competir en las escuelas de fútbol en El Salto, Viña del Mar y a los siete años llega a Municipal Limache, paradójicamente siempre de arquero. «Siempre jugué de arquero, siempre me gustó tirarme al suelo, siempre fui medio cagado de la cabeza para esas hueás», cuenta entre risas. Eso sí, confidencia que de mayor le llamó la atención jugar en delantera.

Su tío Dagoberto lo llevó a los campeonatos municipales donde enfrentaba a equipos de la zona. A los 10 años, por temas de cercanía física lo inscriben en Everton y solo estuvo tres meses. «Me fui a la mierda (sic) porque no me gustó nada, estaba todo arreglado adentro. Si no eras hijo de papá no entrabas». Por suerte para él (y para nosotros, también) los veedores caturros pusieron los sentidos sobre él. «Jugué hasta un clásico contra Wanderers (…) ahí me vio el señor Aranda, que en conjunto con Miguel Lever me permitieron llegar a Wanderers con 11 años. Comencé a jugar al tiro, me gustó mucho más el club».

«Entrenaba en el Alejo Barrios, me costaba moverme para todos lados, yendo a Valparaíso y estudiando. Estuve hasta octavo en el colegio Teniente Merino y luego en el Diego Echeverría en Quillota, cuando llegué allá me costó».

«Entré a Wanderers y fue rapidito todo, comencé a jugar, empecé a subir de divisiones y me llamó Jorge Aravena a la Selección Chilena Sub 17, yo tenía apenas 14 años en ese tiempo, ahí estuve con Alexis Sánchez, Mauricio Isla, Christopher Toselli y muchos otros, todos mayores que yo. En ese proceso debía ir de lunes a miércoles a Juan Pinto Durán. Iba a esa edad solo en el bus a las 4 am desde Limache a Santiago».

Además del fútbol, un novel Viana los jueves y viernes estudiaba. «Me aguantaron el primero y segundo medio, luego lo dejé (…) mi vieja siempre me apoyó en todo». Coincidentemente en ese tiempo Yuri Fernández lo sube al primer equipo de Santiago Wanderers y de ahí no salió más. Entrenaba en las divisiones menores, en el primer equipo caturro y además cuando era llamado en La Roja.

12593482_10153294570465544_5383303612879478348_o«Tenía que tomar una micro desde Limache, la única que llegaba a Valparaíso, la Molo-Parque y la micro se demoraba entre 2 horas y media y 3 horas, pasando por el interior y el centro de Viña. Terminaba de estudiar al mediodía y entrenábamos a las 4 de la tarde (…) iba almorzando arriba del bus con ropa de colegio». Hasta los 17 años entrenó ahí, después en Mantagua. Iba en la mañana al Complejo Deportivo ubicado en Quintero y en la tarde al Alejo Barrios. El simple hecho de llegar era complicado, cumplir horarios era otro tema. «No tenía locomoción, era esperar micro o hacer dedo», sentencia.

Respecto a su experiencia cuando llegó al plantel de honor caturro, recuerda que compartió camarín con jugadores importantes. «Jaime Riveros, Arturo Sanhueza, Héctor Robles, Paulo Pérez, Silvio Fernández, un equipo pesado. A veces te echaban del camarín, no te bañabas, te vestías en el gimnasio, la vieja escuela… ahora el 80% del plantel son juveniles, en ese tiempo eran dos o tres jugadores y no podías decir nada, quedabas con la bala pasada».

El golero agrega que «en ningún momento se me pasó por la cabeza entrenar con gente que jugó mundiales, campeones de América y otros (…) cuando chico juegas y ni siquiera visualizas lo que es el primer equipo, juegas porque te gusta jugar». Cuando le pregunto de algún rival complicado o alguien que le causó más de una dificultad, es sincero: «a todos los rivales los miro igual, como soy cagado de la cabeza, siempre me convencí de que nadie es mejor que yo».

De casa

Y si hablamos de cantera, Wanderers tiene de sobra. Viana es parte de una exquisita historia canterana que lamentablemente no logró títulos, pero da que hablar en la actualidad. «Mi división, la del año ’89 era buenísima, Agustín Parra, Eugenio Mena, Salinas, Franz Schultz, Fabián Vera, Jean Bustamante, Bryan Castillo, Carlos Muñoz, Michael Silva, Juan Silva, esa fue la generación que más llegó (a jugar profesionalmente). Antes de eso jugaba en la ’87. Jaime Grondona, Eric Godoy, Patricio González, en esa división también jugué bastante», confidencia el limachino.

Agustín Parra, Mauricio Prieto y Ezequiel Luna, una de las grandes defensas en la última década caturra, es recordada con cariño y orgullo por el portero canterano. «Creo que es la mejor línea de tres de toda mi carrera, la que se complementó mejor (…) otra gran defensa que tuve fue la que tuvimos con el profesor Pérez, también estaba Agu Parra, Claudio Salinas, Juan Garrido, Eugenio Mena y Franz Schutlz, esa división me marcó mucho, aunque no pude darme el gusto de campeonar, llegué a 4 finales y no gané ninguna», nos cuenta entre risas, otra anécdota de uno al que le sobran momentos para contar.

12244398_10153169961660544_3323278447062804956_o¿Alguno al que te costó mucho controlar?, le pregunto. Inmediatamente me explica que siempre tuvo buenos compañeros, excepto algunos defensores extranjeros que «no hay ni que nombrarlos, solo vinieron a robar a Wanderers, tropa de delincuentes…». Los  que más generaban problemas eran los laterales. «Los más porfiados, comúnmente los errores de ellos generan un centro cruzado y gol. Por suerte he tenido buenos laterales, Opazo y Schultz creo que son los mejores que hay en el fútbol chileno, solo hay que darles confianza, con equipo acorde a lo que es Wanderers y con refuerzos como corresponde, sin duda brillarían más».

La familia de Mauricio nunca fue muy futbolera, a excepción de sus tíos, ambos albos. «Cuando me identifiqué con el club, toda mi familia se volvió wanderina. Me empapé de Wanderers, tengo una familia gigante en Chile y ya todos son wanderinos», nos cuenta desde Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en México.

Los socios del Capitán

Cuando le consultamos sobre las relaciones en el fútbol, admite que es reacio a hacer amistades en el balompié, a pesar de que es muy cercano a Sebastián Ubilla, Ronnie Fernández y Franz Schultz. Respecto a la coincidencia de salir del club justamente con los dos últimos, el ex golero caturro cree que es reconfortante saber que todos pueden triunfar fuera de Valparaíso, «llevaba 16 años y no hay que estancarse», cierra.

A Viana le puedes preguntar de todo, es imposible sentirse incómodo con un tipo consecuente y con las cosas claras. ¿Y la Sociedad Anónima? «Yo no concuerdo con que todo sean cagadas dirigenciales, sin embargo, pienso en que se han equivocado al traer gente que no tiene idea de la institución y ninguna experiencia en el futbol, nosotros necesitamos a alguien identificado 100% con Wanderers». A pesar de lo anterior, el limachino admite que antes de la S.A., el club estaba en un hoyo que ha costado tapar.

En su última etapa como jugador caturro, el golero fue líder de un joven equipo wanderino dirigido técnicamente por Alfredo Arias. Sobre esa experiencia nos relata que hubo momentos más complicados de los que se piensa. «Cada vez parecíamos un equipo menos profesional en Mantagua, la ropa llegaba a última hora. En el último tiempo me tocó ver como capitán, estar pendiente de todo de los chicos, de las cosas que le pasaban a nuestros utlileros, lo que faltaba, en la misma clínica… cosas básicas. Hubo una semana entera donde no había telas (vendas), Calorub, y esas cosas eran molestas… todo eso parte de la desorganización en la interna. En líneas generales yo creo que no es culpa de la dirigencia (…) ellos quizás tienen otros planes que no son netamente futbolísticos, un proyecto más social, no tan futbolístico».

Si hablamos de técnicos que lo marcaron, hubo algunos dependiendo de cada etapa futbolística. «Cuando más chico el profesor Carmelo, netamente en la parte formativa, cuando no sabes dónde va la micro. Él al principio te echaba chuchadas y te mandaba a la casa, te apretaba y hacía más fuerte. Siguiendo esa misma línea, Jorge Aravena en la Selección, Domingo Sorace con el que fuimos a los Binacionales y profe Pérez, con el que hasta hoy tengo comunicación».

Los que marcaron al Viana adulto son dos DT de distintas escuelas, pero aún así imprescindibles en su carrera: Arturo Salah e Ivo Basay. «Salah era un caballero, un tipo correcto (…) yo en ese momento era desordenado y nunca me castigó ni me sacó del equipo, siempre me respaldó por lo que yo entregaba en cancha. Basay fue fundamental, me hizo ser más responsable pero a través de otra escuela, me sacó del equipo, me ‘maltrató’ al principio. En vez de echarte para abajo te enseñaba el camino, otro método respecto a Arturo (…) fue más efectivo y rápido, lo entendí mejor. Aprendí sobre responsabilidad, cumplir horarios (…) antes yo tomaba el fútbol con ligereza, creyendo que con lo bueno que era me alcanzaba… y no era así. Llegar hora  y media antes al entrenamiento me iba a servir solo a mi, ahora llego antes. En mi última etapa en Wanderers era el primero en llegar, y último en irse. El último año me saqué la chucha, eso me hizo salir».

La actitud lo es todo

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Es cliché, pero demasiado cierto, que el puesto de arquero es difícil. El canterano caturro evidentemente no ha estado exento de luces y sombras bajo los tres palos, lo que le ha traído más de un problema. La llegada de otros goleros y la evolución de los porteros canteranos en voz del 12 de Jaguares de Chiapas.

«Nunca le perdoné a algunos hinchas por criticar un puesto tan difícil como el de arquero. Acá no tienes margen de error y eso lo aprendes con el tiempo (…) En la etapa cuando me trajeron a Eduardo Lobos, más que tomarlo para mal lo ocupé para aprender, fue un buen referente para verlo jugar, yo sabía que venía de paso y quería aprender, me sirvió mucho. Luego de eso sabía la responsabilidad que tenía… lógicamente seguí ‘comiéndome’ goles y seguirá sucediendo, como todo arquero, porque esta cosa es así. Yo me jugaba la vida cada vez que estaba en la cancha, porque me empapé de Wanderers».

Sobre su forma de ser, el oriundo de Limache tuvo varios altercados, pero el wanderino es tajante al señalar que nunca va a dejar de ser así. «Yo en mi vida me he regido así, nada para mí ha sido fácil, tampoco voy a llorar ni mucho menos porque mi vieja me sacó adelante a mí y mis hermanos y no ha sido fácil, nunca me han regalado nada (…) Era complicado pedirle a mi familia unas ‘lucas’ para viajar a entrenar y yo no iba a dejar que un par de tipos me criticaran, menospreciando todo el trabajo hecho para llegar donde estoy, no me iba a dejar avasallar por nadie. Cuando entendí el fútbol como trabajo, las cosas cambiaron. Si ves una coraza en mí, eso es dentro de la cancha porque yo en mi casa soy el hombre más cariñoso del mundo con mi familia», corrobora.

El portero, que se auto define como luchador o «aperrado», tuvo una de sus disputas más complicadas y recordadas ante Gastón Cellerino el 15 de noviembre de 2012, último partido en el antiguo estadio Playa Ancha. Tras un par de años, Ivo Basay le informaría a Viana que tenía la intención de traer al «tanque» al equipo caturro. «El ‘Hueso’ me contó que vendría  y le respondí que apenas llegara lo iba a agarrar a combos, tenía que sacarme la espina que me dejó. En eso, Ignacio Eguiguren, con alguien que siempre me llevé muy bien, planeó una comida con Celle y su mujer. En esa ocasión, hablé más con su señora que con él y me contó que le había traído grandes problemas esa situación y que para él había quedado en cancha. Finalmente Gastón y yo hablamos y el tema quedó en la cancha». El 23 de los caturros le reconoció que de ahí en más, defendiendo los colores de Valparaíso lo defendedería como un familiar más. Finalmente para Viana, ambos tenían un temperamento y reacciones similares.  «Al final estuvo hasta en mi matrimonio (…) eso fue una parte del proceso de maduración, no puedes hacerte el malo toda la vida», concluye.

El 12 titular

¿Y el intestino perforado en Calera? Son muchos momentos los del guardavalla porteño, pero esa es su forma de ser. «Así soy en mi vida, arriesgo mucho sin pensar consecuencias. No es algo que analice. Lo hago porque soy así y no voy a cambiar. La pachorra siempre ha sido mi característica esencial». Por lo mismo el ex caturro siempre va contra las ideas preestablecidas, como su dorsal, por ejemplo… «nunca me ha gustado ocupar la 1, siempre la 12, me gusta ese número (…) cuando iba a la Selección te daban la doce porque la uno era para el del Colo, el del equipo de Santiago. Siempre he pensado que el 12 puede superar al 1, ese número no tiene que estar en la banca. Yo puedo ser la 12 titular”.

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«Yo debuté en 2009 en Puerto Montt en Primera B, en un equipo alternativo, ganamos 2-1. Después de pasar por Unión Quilpué, que fue una experiencia que me sirvió mucho, donde pude madurar mil cosas y saber lo que era jugar, volví a dar las buenas vibras y subir a Primera División». Cuando le recuerdo sobre una (de varias) de sus buenas características profesionales, los penales, y la reciente definición ante Deportes Antofagasta en Playa Ancha, Mauricio recuerda otra gran tanda desde los doce pasos que también ganó contra Barnechea en el estadio antiguo. Para Viana, las definiciones de ese tipo son bastante comunes. «La intuición para los penales la he tenido siempre. He ganado muchas definiciones en penales, cuando era juvenil clasifiqué a mi equipo (…) es un tema de convicción, creérsela. Yo me baso en una película, el protagonista de película soy yo y tengo que sacar todo adelante y besar a la mina al final, a partir de eso te sale o no te sale. La gran mayoría de las veces he salido victorioso».

Sobre su prolongada experiencia en la Selección Chilena, nos relata que estuvo desde pequeño en La Roja. «Estuve en la Sub 18 de sparring con Marcelo Bielsa, me llamaron de la Sub 20 con Ivo Basay (…) hice casi todos los procesos de los juveniles, después me llamaron a una Sub 21 de Claudio Borghi, me tocó enfrentar a  Paraguay, Perú y Uruguay… ahí me sentía más protagonista. El ‘Bichi’ es una excelente persona, agarras confianza, a pesar del 6-4 que tuvimos con los uruguayos, enfrentarse con los monstruos que jugué como Suarez, Cavani y ahora Arévalo Ríos que es mi compañero en Jaguares. Fue un paso lindo, grato. Lo que sí, ir de región es un poco más difícil que ir desde Santiago en los procesos formativos, hay gente que ganaba por el nombre de su club donde jugaban».

12232716_10153169962080544_6469916210823726804_oSobre los arqueros que defienden la camiseta verde en la actualidad, Viana tiene una excelente impresión de cada uno de ellos. Sobre Gabriel Castellón, dice que “El ‘flaquito’ tiene que jugar, jugar, jugar, mostrarse, divertirse, yo lo conozco harto. El representante quiere que sea Iker Casillas en dos días, pero así no puede ser. El flaco tiene que ganarse la titularidad completa. Él tiene condiciones de sobra, si toma un buen camino será el arquero de la Selección, quizás compitamos por ese cupo en corto plazo. A mí me quedan 5 ó 6 años para competir en el puesto, a él le quedan 10 para competir. Pero tiene que hacerse de armas».

Sobre Christian Fuentes, el limachino considera que hay arquero para rato. «Si el ‘Negrito’ sigue el camino correcto,  tenemos  arquero cubierto. Hay que esforzarse, aquí a nadie le regalan las cosas… hay que pelarse el lomo». Respecto a Diego Figueroa, Viana considera que es un tremendo arquero. «Figue es un año menor que yo, le vi todo el proceso formativo. Es un gran arquero, lamentablemente no pueden jugar todos. Una de las razones por las que partí fue porque quería dejarle la puerta abierta al resto de arqueros, no para que llegaran arqueros desde fuera (…) si no está el ‘Flaco’, dejen que juegue el ‘Figue’, él podría estar perfectamente. A mí me molestó mucho cuando me fui y escuché que venía Nery Veloso. Yo a él lo respeto, pero Wanderers no necesita arquero de fuera. Cuántos años trabajando con Eduardo Furniel y Juan Olivares. El arco de Wanderers debe ser de un wanderino».

Finalmente respecto a David Pérez, admite que tiene grandes condiciones.  «Él es la otra parte de un arquero, con muy buena capacidad técnica. Debe dejar la biblia de lado, para jugar el fútbol debes ser maldito. Para reponerte de todas las malas, debes ser un conchasumadre, mirar siempre para delante, jamás para atrás. David es un excelente proyecto».

Sobre el máximo referente de Santiago Wanderers de Valparaíso, Juan Olivares, Mauricio Viana relata que lo conoció en el primer equipo, cuando todavía era un joven en formación y que según su visión, merece mucho más de lo que le han dado. «Por todo lo que sé y todo lo que he aprendido, es el referente más grande de la institución, luego viene Moisés Villarroel, primero como persona y luego referente en el futbol, con él hice una linda amistad hasta hoy, con Jorge Ormeño fue distinto porque hubo una relación de iguales, de mayor madurez (…) Para mí Juanito y Claudio Bravo son mis ídolos como arqueros, referentes. Juan es un crack, yo lo veía pegarle a la pelota a los 60 y era algo impresionante». Respecto a su relación con el capitán del campeón de América, Viana cuenta que se conocieron mientras él era sparring en La Roja y desde ese momento lo admira. «Él es un arquero completísimo, no le veo falencias, el tipo da presencia, cuando no está Bravo en la Selección se nota (…) de solo verlo marcaba la diferencia».

México y el futuro

«Yo estuve listo en la U, a punto de presentarme. Me llamó el Presidente de Chiapas y me dijo que tenía los pasajes comprados, me fui al otro día. En México son el triple de desordenados en el plano dirigencial y tenía un poco de desconfianza a lo que podían hacer acá, era un cambio radical, y fue complicado porque tengo un hijo que nació hace poco. No es una decisión como si estuvieras solo, es más sensible. Deportivamente es mucho mejor, con un roce totalmente distinto, es fuerte. Tuve la oportunidad de salir campeón de una copa importante en la zona, ganamos el clásico y me tocó jugar dos partidos (…) en este club firmé por dos años y un tercero si la dirigencia quiere extender mi contrato, ellos son la primera opción», nos cuenta el portero de Jaguares.

«No sabía nada del club, me metí en internet para indagar un poco y llegando acá me conecté al tiro con mis compañeros, todo bien. El ‘Chupalla’ Fuentes, que aquí es figura, me dio varios contactos para movilizarme y de alguien que me consiguiera casa (…) gracias a ‘chupallita’ se me han facilitado las cosas, movilización, vivo a cinco minutos del campo de entrenamiento y me han ayudado mucho en cosas netamente humanas», cuenta el portero, que no sale mucho en Tuxtla Gutiérrez. «Soy súper casero, no me gusta ir al cine o al mall, veo películas en casa con la familia, este sector es muy lindo, es como Quilpué… todo tranquilo».

Sobre la disputa por la titularidad en Chiapas, el wanderino nos cuenta que será una dura pelea con arqueros de experiencia, pero que existen posibilidades de jugar dado que su equipo disputa dos copas, además del Torneo Mexicano de 20 fechas. «Yo vengo a jugármela toda, espero estos seis meses para la adaptación, conocer los equipos y el próximo campeonato pretendo quedarme con la titularidad», asevera con bastante confianza en sus capacidades.

24042016-_MG_7993¿Partidos inolvidables? Contra Colo Colo en 2014. «Esa era la estrella que iba a tener con mi Wanderito, siempre quise irme con algo ganado. Fue un partido emocionante (…) de locales, los mal llamados grandes nunca nos iban a pasar por encima, frente a ellos todas las veces que jugué, gané, a lo más un empate». Si hablamos de equipos grandes, para Viana Wanderers es el equipo más grande. «Siempre lo tengo en mi corazón y agradecido al 1000%, todo lo que tengo se lo debo a mi esfuerzo y a Wanderers».

«Quiero volver y ganar algo con Wanderers, yo todavía no he cerrado mi ciclo con el club. Si estoy mucho tiempo en el extranjero, solo me gustaría volver a Wanderers.  Creo que puedo dejar una huella más importante en el club. Soy consciente que soy de los canteranos con más partidos en el equipo (…) después de mi familia está Wanderers, no hay ninguna otra forma de demostrarte el cariño»

¿El futuro a mediano y largo plazo? «Quiero ganarme un puesto de titular, quizás irme a un equipo más grande de México y pelear un puesto en la Selección,  tengo desde los 27 años hasta cuando pueda entregar, estoy seguro que puedo dar mi granito de arena en la Selección en esta nueva generación», concluye el golero.

«Hasta el momento no tengo ningún proyecto además del fútbol. No tengo grandes gastos ni vida lujosa. Todo tranquilo con mi mujer y mis hijos, quiero juntar lucas y cuando esté al final de mi carrera ver para qué estoy. Me gustaría preparar arqueros, mostrarles las convicciones que tuve y mejorar los errores. Hacer unos ‘Viana’ mejorados, que en cancha se entreguen por completo, esa es la mejor sensación y con eso se duerme tranquilo»

Desde la distancia, Mauricio agradece a cada uno de los integrantes de su familia. «A los López, los Caamaño y toda la gente que me ayudó, les agradezco hasta el día de hoy. A mi círculo más cercano, sin ellos sería nada, a mi mamá que entregó su vida por nosotros y ahora ella debe descansar, yo me sacaré la ‘mierda’ para que ella esté cómoda y tranquila, al igual que a mi mujer y mis hijos que jamás los dejaré solos, estaremos más unidos que nunca».

13131452_10153544013875544_7318391368104087423_oRespecto al club de sus amores, Viana envía un agradecimiento a todos los hinchas que estuvieron con él siempre. «Igual a los que no me bancaron también, para que no crean que soy rencoroso. Mi vida se la debo a Wanderito y agradezco también por hacerme crecer como profesional y como persona, cada técnico, profesor y persona que me ayudó, espero volver para lograr algo con Wanderers”.