Hace un tiempo escribía una columna donde llamaba a la mesura sobre hasta dónde podría llegar esta generación de jugadores, acompañada por un temperamento uruguayo muy difícil de igualar. Aquellas conclusiones derivaban desde la objetividad de que este plantel no cuenta con una gran riqueza en variantes y ha sufrido la partida de los líderes más importantes que tuvo el club en el último tiempo; sin embargo, con el paso del tiempo, este grupo de representantes porteños no deja de sorprendernos y aquellos mesurados cálculos promisorios han evolucionado hacia una esperanza insospechada.

Ver cómo se entregan en cada partido, cómo disfrutan cada segundo de competencia, observar los alcances de las cualidades técnicas que posee casa uno, la actitud y madurez que exponen en cada compromiso, sumada a una valentía deportiva característica de una raza ganadora que no se conforma con cumplir ni brindar solo lo “correcto” dentro de una cancha, hacen que volvamos a analizar los alcances impensados que puede tener esta patrulla wanderina bañada en verde y celeste.

A medida que se les conoce, uno presume que estos jóvenes jamás se sentirán menores al resto y sí deportivamente superiores, aunque no lo reconozcan por buena crianza, pero aquello se puede observar sobradamente en los deseos irreverentes de salir adelante, imponiéndose a cada rival con jerarquía de veteranos. La vida es de desafíos y ellos lo entienden a la perfección, y lo han demostrado en cada duelo que han disputado en este inicio de campeonato. Esto no quiere decir que estos triunfos se prolonguen necesariamente en el tiempo y avizoremos una corona, pues los exitosos caminos tienen matices, estoy seguro que vendrán caídas, pero en ellos la esencia de gloria existe, y se debe trabajar y pulir en este proceso.

Hasta la fecha es difícil olvidar los problemas que aún sufre la institución, pues Santiago Wanderers no es solo pasto ni buenos resultados, es complejo hacer caso omiso a la cantidad de ídolos que se fueron, no es fácil construir una lógica que permita soñar con ser campeones siendo realistas, ya que este plantel no gana millones y menos tiene la obligación de brindar una máxima alegría a sus hinchas siendo campeones. No obstante, no debemos ocultar que poco a poco en el club se está generando un camino que conduce objetiva y racionalmente a acercarnos a la cima, a pensar que obtener la cuarta estrella podría ser un premio no tan distante a lo real.

El esqueleto de Wanderers lo componen hombres con hambre de gloria, criados para triunfar, y que persiguen con Sangre Verde el Oro deportivo. Expondré tres nombres, y en próximos escritos sumaré otros más. Muchos podrán disentir, pero la labor del periodismo es criticar enfáticamente cuando sea necesario, lo que por lo general es más fácil y populista, pero también hacer justicia y valorar en virtud de que lo positivo se proyecte. He aquí piezas fundamentales para la construcción del nuevo Wanderers, del cual estamos invitados a disfrutar.

La Era del Nuevo Kayser: Gabriel Castellón

Castellón es el gran representante de esta generación. En el campeonato nacional sub 19 en que Wanderers salió campeón, ‘Gabo’ deslumbró de inmediato a los especialistas por sus cualidades innatas, obligando a relatores, comentaristas y periodistas afirmar que sería el arquero nacional del futuro. Reflejos de águila, valentía felina, biotipo ideal y una madurez profesional perfecta, lo proyectan, incluso para muchos, como el probable sucesor de Claudio Bravo. Paralelamente, es de esperar que sea el capitán caturro por muchos años más, sin embargo, esto depende más de la dirigencia que del propio Castellón, quien disfruta día a día estar cumpliendo un sueño de infancia defendiendo el arco del equipo que ama.

Su sencillez y disciplina lo llevarán muy lejos y en algún momento el club lo va a extrañar, es por esto que hay que disfrutar su estadía en Valparaíso mientras sea posible. Paradójicamente, siendo un plástico volador, él tiene bien puestos sus pies sobre la tierra y es consciente que recién está desarrollando su primera temporada como titular nato en el club. Esta es una situación que esperó por mucho tiempo, pero, por otro lado, también asume su responsabilidad inmediata de ser un nobel líder; de la cual asombra que lo haga con total naturalidad, ya que entiende que está llamado para cosas grandes.

El ‘Ojo de Tigre’ de Espinel

No es de sorprender, en todo ámbito de la vida, que un ser humano que consigue proezas impensadas desde un terreno imposible, sea la imagen viva de un ganador de raza que mediante la lucha, ambición y trabajo siempre obtenga lo que se proponga. No hay límites en seres humanos así, tal como lo demuestra la popular ley de la atracción en el libro ‘El Secreto’, pero en este caso existen herramientas terrenales para consumar la felicidad profesional y triunfar ante los desafíos. Este es el caso de Eduardo Espinel, que con el modestísimo Plaza Colonia obtuvo un campeonato uruguayo fuera de orden, ya que debía superar a los tradicionales ‘grandes’ charrúas, con poco presupuesto y en condiciones inferiores incluso a las que hoy vive el cuadro de Valparaíso. Hoy, el mismo Espinel se saca fotos antes de subir a un avión recorriendo Chile, sorprendido de sí mismo sobre el momento que le ha brindado la vida, ya que no está acostumbrado a viajar. Lo hemos observado y lo exponemos así tal cual, pues es una muestra de su humildad. Esa sencillez se une a los deseos de ganarle a la adversidad, como lo logró en Uruguay y que hoy también lo vive en el cuadro caturro, donde no evade la ilusión de llegar a lo más alto.

Se hizo popular en la película ‘Rocky’ el concepto del ‘Ojo de Tigre’, asimilándolo a una actitud de observar, ir, enfrentar, digerir y disfrutar aquello que quieres en tu vida, aquello que te hace feliz, donde en el deporte se traduciría como ley el siempre sentirse con la fuerza de practicar aquellos cuatro verbos, con feroz hambre de triunfo, y así conseguir cualquier objetivo. Es lo que se observa en Espinel.

Luego del último triunfo sobre Universidad Católica, el calvo uruguayo expresó a los medios que le pide constantemente a su plantel hacer muy bien su trabajo, pero también disfrutarlo, como otra regla inherente que no existe sin la primera. Aquí, en el momento de oír estas declaraciones, es cuando uno concluye que es el director técnico indicado para dirigir a este grupo de jugadores, que deben jugar sin presión, respetando y amando al equipo que representan, pero jamás olvidándose que deben disfrutar profundamente lo que hacen para brindar lo mejor de sí.

 De la mano de un joven empresario

En el último tiempo existe un dirigente que se ha hecho cargo casi de manera directa de todas las decisiones futbolísticas, las cuales han sido acertadas a la luz de los últimos resultados. Por lo general somos críticos de los directivos que no conocen mucho la actividad, y somos mucho más tenaces a la hora de enjuiciar a quienes conducen un equipo sin ser hinchas, y que lo que menos muestran es pasión. Bueno, es en este canasto crítico del cual extraemos al ingeniero Luis Alberto Landman, quien se ha impuesto la responsabilidad de ser la cara visible en las buenas y en las malas del equipo que es seguidor. Hoy en día es el enlace directo que tiene el cuerpo técnico uruguayo con la plana mayor, y las referencias hacia él son de un líder futbolero y ejecutivo. Es cierto que la casa al interior del elenco de Valparaíso estuvo desordenada y confundida, y esto lo sabían dirigentes e hinchas, pero al parecer matices de calma han acariciado al club durante este último tiempo. En gran parte este cambio se ha desarrollado gracias a la gestión de este dirigente, quien en su momento fue el eje de resistencia para que Emiliano Astorga defendiera un proceso deportivo. En el periodismo se critica, y por lo general este recurso trae inmediata repercusión social, sin embargo, en otras circunstancias se debe tener igual valentía al valorar un buen trabajo. Es en este contexto que hay que ser justos y valorar el accionar de Landman, quien siempre dio la cara en los momentos más difíciles para señalar que Wanderers no estaba quebrado y hoy comienza a disfrutar de los primeros frutos, cuales esperemos se proyecten en el tiempo.

Santiago Wanderers es de todos… es un club distinto y, a la vez, muchísimo más que un club. Seamos testigos de su historia…

Nelson Osses Molinari

Periodista