Esta historia no parte en el Estadio Playa Ancha, tampoco en alguno de los cerros de Valparaíso, de hecho ni siquiera parte en este lado de la Cordillera de Los Andes. Esta historia parte hace casi cinco años en Avellaneda, populosa zona del gran Buenos Aires. Racing club, que en tiempos de blanco y negro supo ser el mejor equipo de la época, vivía tiempos cabizbajos, en donde esas glorias pasadas cada vez quedaban más lejanas. 

Con cada día que pasaba, en Avellaneda se empezó a tener la creencia que Racing era un equipo con “sufrido”, un equipo que podía perder partidos increíbles, que teniendo un plantel para pelear el torneo, terminada salvándose del descenso, que podía llegar un gran jugador pero terminaba siendo un total fracaso, el “casi casi” del futbol argentino. Y en una sociedad tan cabulera, como la argentina, parecía que sus hinchas ya tenían más que asumidos aquel triste rol.

Esto hasta que en 2014 salió a la luz una insignificante frase entre los hinchas, era el “Racing positivo”, algo entre contestatario y sarcástico, como para justificar las desgracias propias.

Pero de pronto esa simple frase empezó a tomar fuerza, ya no solo entre los hinchas, sino que los jugadores, cuerpo técnico, dirigentes, todos se hacían participe, “se creyeron el cuento”, olvidando las tragedias pasadas, cambiando la mirada sobre el futuro  y se escudaron en aquellas dos palabras. 

Se unieron todas las fuerzas y esto termino despegando en un increíble partido contra Boca en donde el triunfo tuvo toques heroicos y épicos, todo lo contrario a lo que estaban acostumbrados. Y esa mancomunion tuvo su recompensa. Racing terminó ganando el campeonato después de casi 20 años.

De ahí en adelante, el equipo pareció regresar a sus años de glorias, esos que se creían perdidos y el “Racing positivo” se llegó a institucionalizar, adoptándose como un lema de guerra y una manera de enfrentar los retos venideros.

Volvemos nuestros días, donde luego de sufrir la primera derrota del año, pareciera que seguimos mal, que nos va a faltar “la chaucha para el peso” y algunos vuelven a mirar el futuro con cierta angustia, cierto temor.  Y sí, la B es dura, nadie lo niega, pero el equipo ha demostrado que quiere “creerse el cuento” y así como como ellos, nosotros no podemos ser menos. 

Podrá haber errores, más derrotas y descalabros, pero no nos podemos quedar con solo eso. Sí, se puede criticar, pero con argumentos, porque echar todo por la borda es muy fácil si no se tienen argumentos. Y este momento, tenemos que ver las dos caras de la moneda, la negativa, sí, pero también la positiva, esa que nos dice que seguimos vivos, esa que nos dice que no está nada perdido y esa que nos impulsa a seguir luchando porque una batalla perdida no significa perder la guerra.

Y tal como dijo un exitoso entrenador y ex futbolista trasandino: “Que la gente crea, porque tiene con qué creer”.

#WanderersPositivo.