Durante la noche del martes me enteraba del fallecimiento de Don Osvaldo Soudre, mas conocido como el loro de Wanderers. Debo reconocer que pese al conocimiento que tenia sobre su mal estado de salud, la noticia fue un golpe duro de sobrellevar ya que son un sin fin de sentimientos y situaciones que se vienen a la mente.

Cuando me preguntan el por qué soy wanderino o que me hizo wanderino, finalmente termino siempre hablando de mi familia, de mi abuelo y de que este sentimiento me acompaña   desde el día de mi nacimiento y que con orgullo llevare durante el transcurso de mi vida hasta que deje de respirar.

Mucho de lo recientemente descrito va de la mano con la vida de Don Osvaldo. Ya que pensándolo bien él fue uno de los cuantos motivos por los cuales niños al que igual que yo en su momento nos fuimos enamorando de estos colores. Fueron muchas generaciones de niños que esperaban a que el loro se pasara por el sector a hacer el grito, incluso debo reconocer que en algún momento lo perseguí para que se devolviera a hacer el grito de nuevo ya que no se había escuchado bien, según mi, en ese entonces, infantil opinión.

Su relevancia va en lo que genero en todos aquellos niños que por vez primera lo vieron y lo transformaron en uno de los atractivos para asistir al estadio, niños que crecieron respondiendo al ESEAENE fuerte, semiafórico pero a la vez indudablemente claro que caracterizo a don Osvaldo.

He escuchado mucho y leído acerca que los hinchas y el club le fallamos ya que no lo recordamos y en algunas opiniones ayudamos cuando se encontraba con vida y puede que exista mucha verdad en aquellas afirmaciones, se pudo haber hecho algo más, de todas maneras, pero me quedo con reacción generalizada de la gente ante la partida de tan representativo personaje, me quedo con el respeto global de los hinchas de distintos clubes del fútbol chileno, me quedo con los recuerdos de gritos desenfrenados luego de un gol, un ESEAENE cargado de emoción y orgullo ante la derrota pero con la rebeldía de querer cambiar la situación, me quedo en definitiva con ese grito que prácticamente caracterizo «el loro» y que le significará seguir presente en cada rincón del estadio, en cada uno de nuestros corazones verdes vez que escuchemos y respondamos a nuestro tradicional ESEAENE.

En realidad solo me quedan palabras de agradecimientos, a don Osvaldo por su amor a los colores y relevancia para una enorme generación de niños que hoy crecieron y acompañan y le dedican parte de su vida al decano, así como lo hizo el loro, agradecerle por motivar aun más este sentimiento cuando era muy niño aun y no comprendía lo significativo de ser porteño, ser Wanderino, hijo de Valparaíso.

También agradecerle a todos ustedes, a los hinchas de este club que permiten que estos personajes formen parte de nosotros, por formar parte de un club distinto que tiene argumentos de grandeza distintos a los que a la mayoría consideran como relevantes.

Para culminar agradecerle a mi abuelo quien me llevo al estadio y aun recuerdo que cuando era solo un niño me dijo

» Ese, el que viene gritando con la bandera, ese es el loro del Wanderers. «

Siempre estarás vivo en nuestros

gritos loro querido…