El último clásico fue doloroso. Siempre duele perder en Playa Ancha y más un partido como este. Pasa que no estamos acostumbrado a perder como local. El ambiente de ese día era lindo, estadio lleno, clima adverso y la hinchada del rival al frente, ideal para ganarles y aplastarlos futbolísticamente. Pero el resultado fue otro, nosotros nos fuimos derrotados y con una bronca que hace mucho tiempo se viene acumulando.

Desde el año 2014 cuando estuvimos a 2 puntos de campeonar nace una espina de exitismo. Aquel torneo al margen de celebrar la buena campaña empezábamos a analizar los partidos que nos privó de gritar campeones. Luego viene la campaña de Cobresal que lo consagro con apenas 34 puntos, cuando nosotros fuimos segundos con 44 puntos. Injusto. A continuación viene la campaña de Alfredo Arias y al margen del momento crítico que vivía el club financieramente el equipo tuvo 3 posibilidades de ser puntero y a futuro campeonar. La gente se ilusiono, la gente nuevamente quería gritar campeón. Y ahora venía el excelente inicio de Espinel, que sin un gran equipo y con más garra que nada le ganaron a la U, U. Católica o a un Audax que siempre nos complicaba los torneos.

Una seguidillas de fracasos que llevan al hincha estar “choreado”, con sed gloria. Sabemos que el hincha de Wanderers no sigue a su equipo por las glorias y que siempre le será fiel. Pero el hincha caturro se merece una oportunidad de campeonar, de estar en la cima porque ya lleva mucho tiempo esperando. El hincha quiere a un equipo ganador, guerrero, identificado con Wanderers y con Valparaíso. No a jugadores displicentes que le pese la camiseta en partidos importantes y que estén más preocupados de teñirse el pelo que de hacer goles. El hincha lo merece.