En la bahía yace nuestra condición como hijos de mar.

Del aire, la borrasca, caen los golpes

que sacuden a este pueblo.

En las olas renacemos,

en la lluvia resistimos,

en los botes nos criamos.

En las caletas,

esta sangre cubre todos los espacios.

Del mar al mar,

del aire al mar,

del cerro al mar,

nuestros ojos al mar,

nuestra muerte al mar.

Del canto poético,

ese relato que te llama vagabundo,

puerto incendiario,

puerto de calles,

puerto de hambre,

puerto indigente,

puerto esperanza.

Tus colores son el emblema de algo superior.

Una bandera de lucha,

una bandera rota,

marinera,

a media asta,

que alza las voces

en las pedregosas gradas.

Allá,

donde la costa termina en el cielo,

Allá,

donde se vuelcan las batallas

cuando el vendaval es advertido

por las aves verdes, taciturnas.

La muerte yace en ti,

en la cólera de tus mares,

en ti y tus escaleras,

en la oscuridad de la noche,

noche delincuente,

yace en tus matices,

mas no en tus pinturas,

ni en tus luces que abrigan las veredas.

Valparaíso,

puerto querido,

joya del Pacífico,

ciudad hermosa.

De ti nace el emblema,

el himno de lucha.

De la bandera nacen los hombres.

¡Sí!, porque esta tierra solo engendra hombres…

Del mar al mar,

del aire al mar,

del cerro al mar,

nuestros ojos al mar,

nuestra muerte al mar,

nuestros cantos al mar.

Por la tierra,

por el hombre,

por el puerto vagabundo…

Por Camilo Neuman