Mi amor por el fútbol comenzó gracias a mi Padre, quien siempre amo al deporte e incluso me perdonaba que me fuera mal en el colegio si metía un gol por el equipo. Junto con mi hermano íbamos a las seis de la mañana al auditorio Osmán Pérez Freire a chutear al arco; un día un extraño nos dijo que nos arrendaba la pelota: el acuerdo consistía en que nosotros pateábamos el balón mientras él atajaba. Años más tarde me enteré que era Mario Ibáñez el hombre que nos propuso ese trato.

Luego de años de desfilar por todas las divisiones de Santiago Wanderers, finalmente a los 16 años fui subido al primer equipo previo permiso de los médicos debido a que al equipo profesional se llegaba con 21 años, ya era 1949.

Antes de mi debut como profesional, fui dirigido por Fernando Platko quien trajo la profesionalización del fútbol al club. Le enseño al utilero Parra de esos años que cada jugador debería tener su propio camarín, sus vestimentas personalizadas y que no se debían mezclar con las ropas. Yo jugaba de wing izquierdo, Platko me enseñó durante horas y horas a manejar la diestra para dominar los dos perfiles, finalmente pude lograrlo.

Durante esos días trataba de obtener un contrato como profesional, eran otros tiempos, los equipos como Wanderers, Green Cross y Colo Colo te ofrecían dentro del contrato como profesional un trabajo para la semana. Recuerdo que durante mucho tiempo haciendo inferiores, no recibí ningún peso por prestar mis servicios al club. Me fui a probar a Green Cross, donde me ofrecieron un contrato y trabajo en el Banco, mi Padre me aconsejó que me perdería en la gran capital que eran otros tiempos y los vicios estaban a la vuelta de la esquina.

Durante el campeonato de reservas que se jugaba antes del partido entre los equipos profesionales, tuve la chance de marcar en un año 42 goles. Luego en mis días de profesional mi promedio era de 13 goles por campeonato, así que motivos para que los dirigentes me contrataran estaban latentes.

Se venía el Mundial del 50 y Guillermo Díaz no solo la rompía en el equipo del puerto sino que también era nominado a la cita internacional. Él era mi competencia en el puesto, pero cuando lo nominan a la selección, vi mi oportunidad. Días antes habían expulsado a 3 jugadores del primer equipo, al día siguiente varios vehículos que habían llegado a la casa de mi Padre; eran los dirigentes del club quienes traían en sus manos mi contrato que firmé sin pensar. Consistía en $2000 de contrato como empleado particular del club más la prima del futbolista de $20000.

Empieza la gira del club al Sur, donde el Gallego me une a la gira donde recorrimos Osorno, Curicó y fui el segundo goleador del equipo. No pude jugar en la tierra de mi Padre, Mulchén, porque estaba resfriado y el temporal no perdonaba en esa época. Estaba cimentando poco a poco mi debut en el campeonato profesional.

En esos años, los equipos estaban compuesto por una lumbrera y esperaban a que ellos salvaran al equipo, reinaban las individualidades por sobre el equipo. Wanderers era distinto, no existía ninguna lumbrera solo 11 jugadores que se sacrificaban por el club y propendían a la colectividad. Dentro de esa lógica, podía tener cabida en el equipo titular si tenía un buen desempeño y llevar a la banca a Guillermo.

Corrían las últimas fechas del campeonato nacional, Unión Española estaba intratable y se veía que sería el próximo campeón. Detrás del equipo santiaguino, venía una serie de equipos que trataban de darle caza, dentro de ellos estábamos nosotros. La fecha 19 le tocaba visitar Playa Ancha al líder del campeonato, el gallego planeaba dar un giro al campeonato; decide cambiar a Díaz por la banda derecha y manda a Parra a avisarme que sería titular para el partido con Unión.

Alrededor de 12 mil hinchas se instalaban en Playa Ancha para ver el partido, los equipos salían a la cancha para aumentar la distancia de los rojos de sus perseguidores, aquello no sucedió ese día. El partido comienza, de un pase mío se abre el marcador luego de que Fernando Campos batiera al golero rival; luego de empatado el pleito, me escapo por la banda engancho hacia el interior y pongo a los verdes a la cabeza del marcado, para finalmente, casi terminado el encuentro pongo el tercero para los locales. Resultado lapidario.

Unión sigue en caída libre, permitiendo que Everton luego de meter una racha de cinco partidos ganados seguidos los pudiese alcanzar en la última fecha; los rojos habían perdido inapelablemente por primera vez en el campeonato luego de llegar a la punta y no se volvió a recuperar más. Finalmente Everton en un partido de desempate termina arrebatando la estrella a los de Plaza Independencia, pero espero que sepan que fue gracias a mí que los de Viña pudieron celebrar.

Por Fernando Peña