Me llama la atención la facilidad con que la gente va al psicólogo. Sí, estoy hablando de ese tipo que atiende en una oficina, que pide que le cuentes tus problemas para así encontrarles el origen y resolverlos. Algo así como causa-efecto-solución. No me malentiendan, sé que es una descripción muy reducida –rozando en la caricatura– de la importante labor que realizan estos profesionales, sé que la vida misma es problemática, y a veces los problemas nos superan a nosotros y a nuestra inteligencia emocional. Sobre todo si no logramos abstraernos un poco de esta sociedad donde todo y todos nos dicen que lo único que vale es producir, que el estrés es normal y que da igual todo mientras se consiga las lucas. Bueno, bueno, tranquilidad muchachos, porque hay métodos alternativos a los psicólogos.

Un cabro chico al que le hacen bullying en el colegio puede olvidar un rato las bromas pesadas después de ver retornando en gloria y majestad a Carlos Muñoz a los pastos playanchinos, y quién sabe, quizás hasta se anima a hacerle frente al acoso después de ver al “Papá de las ratas” celebrando con Los Panzers luego de clavar un derechazo furibundo en las redes del arco de la Laguna el domingo. Un carrerón de Schultz después de un pase al vacío del gran “Negro” Ormeño con toda certeza no hará que un profe tenga más horas pagadas para planificar, pero puta que hará que salten todos los profes que alientan al Verde desde la galera norte. Un adolescente que sufre por tener lejos –salvo de su cabeza– a la mina que le gusta se va a sentir un gigante invencible luego de ver al “Eze” ahogando un grito de gol rival con una barrida extraordinaria, rendirse jamás. Un tapadón del Mauro Viana, llegando a un ángulo imposible con las yemas de sus dedos, de seguro que no va a condonar la deuda del crédito universitario del compadre sin pega que se agarra la cabeza en Santiago escuchando el partido de mañana por la radio –faltaron lucas para viajar–, pero si Viana pudo, por qué él no. Que el Rey David vuelva a lucir nuestra insignia en su pecho –toco madera– no hará que disminuya la pobreza en nuestros cerros, pero por la chucha que hará feliz a mi gente.

hinchasMañana, wanderinos, mañana volvemos a reencontrarnos con el Decano. Mañana volvemos al psicólogo.